Hace apenas unos días un auto de la Audiencia Nacional, de fecha 13 de febrero de 2015, establece una fianza para los responsables de la salida a Bolsa de 1.732.572.253 acciones nuevas de Bankia, ampliación que supuso ingresar 3.092 millones de los accionistas que acudieron a la OPS de Bankia. Antes de salir a Bolsa, profesionales con una formación limitada de la operativa bursátil como un servidor alertábamos del peligro que se incurría. Ese aviso era en base al riesgo «normal» de invertir en acciones de un banco como Bankia en ese momento.

Pero no ha sido el riesgo «normal» el que ha hecho que las acciones de Bankia pasen de 3,75 euros el título a 1,232 euros de hoy, sino el falseamiento de las cuentas. Eso que era evidente tras tener que reformular las cuentas de Bankia y BFA tras el rescate, el 25 y 28 de mayo de 2012, aflorando pérdidas por importe de 2.790 millones de euros (en la OPS se captaron 3.092 millones), lo dice el Magistrado-Juez de la Audiencia Nacional Fernando Andreu Merelles en el auto que fija una fianza de 800 millones a Bankia, BFA a Rodrigo Rato y otros.

Estafa de inversores

Nos dice la Ley Orgánica 5/2010, de 22 de junio en su ‘Preámbulo’:
«Así, se incorpora como figura delictiva la denominada estafa de inversores, incriminando a los administradores de sociedades emisoras de valores negociados en los mercados de valores que falseen las informaciones sobre sus recursos, actividades y negocios presentes o futuros, y de ese modo consigan captar inversores u obtener créditos o préstamos.»Y nos dice el artículo 282 bis del Código Penal sobre este tipo de delitos, en la sección 3ª ‘De los delitos relativos al mercado y a los consumidores’:

«Los que, como administradores de hecho o de derecho de una sociedad emisora de valores negociados en los mercados de valores, falsearan la información económico-financiera contenida en los folletos de emisión de cualesquiera instrumentos financieros o las informaciones que la sociedad debe publicar y difundir conforme a la legislación del mercado de valores sobre sus recursos, actividades y negocios presentes y futuros, con el propósito de captar inversores o depositantes, colocar cualquier tipo de activo financiero, u obtener financiación por cualquier medio, serán castigados con la pena de prisión de uno a cuatro años, sin perjuicio de lo dispuesto en el artículo 308 de este Código.

En el supuesto de que se llegue a obtener la inversión, el depósito, la colocación del activo o la financiación, con perjuicio para el inversor, depositante, adquiriente de los activos financieros o acreedor, se impondrá la pena en la mitad superior. Si el perjuicio causado fuera de notoria gravedad, la pena a imponer será de uno a seis años de prisión y multa de seis a doce meses.»

Delito, parece ser lo que ha pasado en la OPS de Bankia. Un trabajo que tenemos que agradecer todos a los ciudadanos y profesionales, con mención especial a 15MpaRato.

Cajeros o banqueros, pero no los de las oficinas, sino los de los áticos de las sedes centrales.
Ayer tuve la oportunidad de explicar en Espejo Público que el rescate a la CAM no va a ser de 2.549 millones de euros, sino mucho más cercando a los 20.000 millones si sumamos lo que nos va a costar la EPA a 10 años concedida al Banco Sabadell por quedarse el Banco CAM por 1 euro y dejar tirados en la caja de ahorros a los cuotapartícipes, que también ayudaron a rescatar la caja sin saberlo.
A partir del minuto 01:31:35 doy mi opinión en este programa de Antena 3.
Os dejo la entrevista que me hicieron en el Late Night de Canal 4 este pasado jueves, en la que opino sobre la crisis económica, las tarjetas Black, mi libro ‘La banca culpable‘ y las medidas económicas de Podemos, además de mi trabajo como director editorial en iAhorro.com
Una entrevistadora habla en catalán y la otra en castellano:
Pese a que el grueso del coste del rescate ha sido necesario por la mala práctica de las cajas de ahorros, parasitadas por políticos, sindicatos y patronales ineptas o, directamente, depredadoras, no es menos cierto que buena parte del coste directo e indirecto del rescate ha ido también a los bancos que pretenden hacernos creer que son inocentes.
Además de los costes actualizados de la última nota informativa sobre ayudas públicas en el proceso de reestructuración del sistema bancario español (2009-2013) del Banco de España (ver en PDF), de 61.495 millones de euros, hay que sumarle ayudas fiscales, avales al Sareb y otras ayudas que hemos analizado en el evento organizado por GE Business Club el pasado jueves. En el siguiente resumen del Grupo La Siesta se pueden leer y ver algunos contenidos al respecto.
Mal acaba lo que mal empieza y, me temo, el rescate bancario empezó mal, muy mal, para el interés general. Os dejo la presentación de mi intervención, previa a la del mediático inspector de Hacienda Raúl Burillo, en la que se analizan los costes del rescate de forma individualizada:

 

Los compañeros de Diario de Mallorca publicaron un artículo en que se recogen algunas declaraciones de un servidor, en un interesante análisis de la moneda digital privada titulado ‘Bitcoin: la moneda virtual llega a Mallorca‘.
Entre otras ideas, que te recomiendo leer en el artículo completo, se comenta:
«El bitcoin –manifiestan– tiene una serie de ventajas que no pueden ser ignoradas: su universalidad, que hace innecesario proceder al cambio de moneda en los intercambios comerciales, cosa que ahora sucede con americanos, rusos, chinos o japoneses; es una moneda descentralizada y privada, no existe un banco emisor, por lo que no está sujeta a los condicionantes de las monedas tradicionales rompiendo su monopolio». Poseerla no supone destruir el sistema financiero, destacan, lo que corrobora Pau Monserrat, sino que el bitcoin se constituye en alternativa al mismo, en la fórmula para proceder a su diversificación.
¿Sustituirá a las monedas actuales?
Aquí hay opiniones divergentes. Rafael Amores dice que sucederá. «El bitcoin –destaca– es mejor que lo que hay, por lo que llegará un día en que se impondrá, al igual que el correo electrónico ha sustituido al otro o la fotografía digital a la tradicional».
Xisco Salas exhibe una opinión divergente: «no veremos tal sustitución –afirma–, porque hay demasiados intereses y demasiada deuda financiera. El dinero es poder, y por ello no habrá la sustitución, de igual manera que las petroleras impiden que el automóvil eléctrico desplace al de gasolina». 
El tercero en discordia, Pau Monserrat, aclara que «el bitcoin podrá liquidar a las actuales monedas cuando quienes lo tengan, posean un mayor poder coercitivo que el de los gobiernos, más poder militar que los estados, y eso no es tan impensable si nos detenemos a pensar en el inmenso poder que progresivamente están adquiriendo las grandes corporaciones».

Avalar es una decisión personal que implica comprometer todo tu patrimonio presente y futuro, además del de tus herederos, si falleces antes de que el aval deje de tener vigencia.

Siempre lo deberíamos limitar, por ejemplo estableciendo que se avala el 20% de la deuda hipotecaria que primero se amortice, bien con figuras como el hipotecante no deudor. Y si el aval lo solicita el banco por qué no está seguro de que los hipotecados van a poder pagar, mejor pensar si nosotros nos vamos a fiar de alguien al que el banco no le da la confianza necesaria.
De todas estas cosas he opinado hoy en un programa con un formato peculiar (ver online en este enlace), pero en el que me he sentido a gusto pudiendo dar más información al público en general sobre el aval y sus riesgos.
Pagar tributos es una obligación democrática y la deberíamos asumir convencidos de que sirven para arropar a los desfavorables, por una parte, para mejorar el rumbo de la economía cuando los mecanismos de mercado fallan (y fallan muchas veces), asegurar una renta suficiente a los que no trabajan o se jubilan, tener una sanidad que impida que la gente enferme y muere por falta de recursos.
Incultos hay en todos los países, que ni comprenden la importancia de pagar impuestos ni les importa comprenderla. También gente egoísta, que prefiere que el dinero se quede en su bolsillo. No va de este tipo de gente, este artículo. Va de los contribuyentes que sabemos que pagar impuestos para mantener un Estado bien gestionado y justo, económicamente innovador y democrático es vital y útil.
El problema actual es múltiple, en relación al pago de impuestos:
Situaciones del partido del Gobierno actual como tener cajas en B según un juez o tesoreros con las manos largas, además de escándalos como el de los ERE de otros partidos de la competencia, no inspiran mucha confianza en los contribuyentes sobre la buena gestión de sus recursos.
Amnistías fiscales a evasores, hechas a mal, destiempo y sin justificación suficiente, envían una mala señal: los defraudadores ricos tienen descuento en su factura tributaria, los cumplidores, no.
Casos de clara confiscatoriedad tributaria, como es el caso de autónomos que no generan ingresos, por no hablar de muchos otros casos, generan un sentimiento de maltrato en los que la sufren y en los demás.
Un rescate y ayudas bancarias que ascienden a más de 200.000 millones si sumamos ayudas directas, indirectas y avales, en lugar de dedicar los recursos (vía endeudamiento) a las familias y economía productiva, dejan claro que los votantes valen mucho menos que los banqueros y políticos que destrozaron las cajas de ahorro.
Pagar impuestos, sí. Pero quitemos a estos «gestores» políticos, racionalicemos la Administración Pública y luchemos sin piedad contra el fraude fiscal, empezando por las grandes empresas. Un país de pandereta o un país próspero, de esto van el «rollo» de votar, por cierto.
Os dejo la tertulia de hoy en IB3 Ràdio, en que a veces se habla en castellano y a veces en catalán:
Ser trabajador por cuenta propia en España es un acto de fe y valentía, asumiendo los riesgos de un negocio (muchas veces básicamente para conseguir un empleo) y prácticamente ningún derecho laboral.
La economía se está precarizando, con empleos de baja remuneración, temporales, a tiempo parcial y, todo ello, teniendo en cuenta que el mal empresario lo utiliza muchas veces de forma ilegal, haciendo contratos a tiempo parcial que no lo son y pagando (o no pagando) las horas en B.
La alternativa es ser un autónomo, en una situación aún más precaria si cabe. En un país que tiene un número insuficiente de empresas competitivas y con futuro que creen el empleo suficiente para dar trabajo a la mano de obra desocupada, o nos sometemos a las leyes económicas del mercado de oferta y demanda laboral, con las consecuencias ya citadas, o bien asumimos que el mejor empleo es el que creamos nosotros.
Prefiero una economía autonomizada a una precarizada. Si queremos sentar las bases de un mercado laboral mucho más competitivo, pero justo, tendríamos que mejorar de forma muy importante la cobertura y derechos de los trabajadores autónomos.
Les guste o no a los trabajadores, los falsos autónomos son una realidad y seguirá creciendo. Luchemos contra esta realidad, pero legislemos para que el colectivo tenga más derechos, al menos.

La crisis económica está creando un estado de opinión, además de las ya dramáticas situaciones personales de cada uno, que alimenta la generación de determinados sentimientos y rutinas mentales que afectan, de una forma u otra, a nuestra salud mental.

Las enfermedades mentales, sean desordenes pasajeros o duraderos, son las más desconocidas y estigmatizadas a las que un paciente debe enfrentarse, al menos en países como el nuestro. Gran parte de esta distorsión se debe a nuestra incultura en este tipo de materias, otra importante culpa la tiene un relativo atraso en la investigación médica y psicológica, y en menor medida abusos de algunos al fingir dolencias. Vamos a dar unas pinceladas a la relación entre la crisis financiera y la estabilidad emocional, aprovechando que en un rato estaré dando una charla junto a otros expertos en economía y psicología en el Centro Yoima.

Emociones de la crisis económica

 

Sentimientos básicos  relacionados con la crisis:
Aflicción, emoción dolorosa e infeliz como reacción a una pérdida grande. Si esta emoción no se supera, puede acabar produciendo dolencias y enfermedades mentales como la depresión. Si bien suele referirse a pérdidas personales, por ejemplo la muerte de un ser querido, otras situaciones como la pérdida del hogar por no poder hacer frente al pago de las cuotas hipotecarias provocan este tipo de sentimientos, como desgraciadamente saben muchas familias españolas.
Miedo, sentimiento que puede llegar a ser invalidante si se mantiene en el tiempo y no responde a una adaptación útil a determinadas situaciones. Tener miedo constante a perder el trabajo, por ejemplo, puede ser útil si provoca que nos concentremos mejor en nuestras tareas laborales, o bien nos mueve a formarnos en otras áreas de saber, para ser más empleable. Sin embargo, el miedo continuado acaba siendo una losa para nuestro día a día y salud emocional.
Emociones cognitivas superiores y crisis económica:
El amor es un sentimiento común a toda la raza humana, independientemente de la cultura en que nos hallemos. Sin embargo, hay especificidades en el sentimiento según las diferentes poblaciones, razón por la cual no se considera un sentimiento básico. He querido referenciarlo para constatar el inmenso amor que mucha gente demuestra, no solo hacia los suyos, ayudando a otros a salir adelante, sean criticando las malas prácticas bancarias, sea representando legalmente a las víctimas de preferentes, sea evitando lanzamientos judiciales claramente injustos. A todos ellos, mi más sincera enhorabuena y admiración.
La culpabilidad, sentimiento que no tiene sentido en muchas ocasiones,es una vivencia psicológica que surge a consecuencia de una acción que causa un daño y que provoca un sentimiento de responsabilidad. También puede surgir por la omisión intencionada de un acto. Muy relacionada con la vergüenza, es un sentimiento que los principales culpables de la crisis, bancos, gestores políticos y demás, se han encargado de generar en el público, mediante mensajes del tipo:
  • En España hay que pagar las deudas.
  • Quisimos vivir por encima de nuestras posibilidades.
  • Los preferentistas buscaban duros a cuatro pesetas.
Falacias que paralizan a las víctimas e impiden que luchen por sus derechos. En mi libro ‘La banca culpable‘ he tratado de transmitir una idea: las víctimas, sean los hipotecados de buena fe o los ahorradores a los que se colocaron productos de ahorro tóxicos, son víctimas, no culpables. Y los culpables deberían pagar sus pecados, bancos, cajas de ahorro, gestores políticos y demás agentes del mercado (CNMV, Banco de España, tasadoras, …).
Este tipo de mensajes de intoxicación informativa provocan desconcierto entre los afectados, al no saber si deben reclamar o avergonzarse de su situación. Lo que deben hacer, repito, es luchar.

De las dolencias a las enfermedades mentales

Debido al desconocimiento sobre las patologías mentales, mucha gente no sabe distinguir entre un pensamiento negativo, una personalidad disfuncional o una verdadera enfermedad mental. Cada proceso mental negativo tiene un tratamiento diferenciado, en algunas ocasiones complementario y en otras no.Un pensamiento negativo intrusivo y continuado, los pensamientos automáticos, puede aprenderse a eliminar con terapia cognitiva. Una personalidad depresiva o la personalidad melancólica de Tellenbach, requiere de cambios importantes en nuestras rutinas diarias, además de terapia más profunda. Una enfermedad mental, como la depresión mayor, requiere de un tratamiento médico, además de terapia y cambios en nuestra vida. En el siguiente enlace en PDF nos explican los síntomas que el DSM IV tiene en consideración para diagnosticar la depresión mayor, enfermedad grave pero curable si nos la tomamos en serio y somos buenos pacientes.

Estar enfermo mentalmente no es nada malo (moralmente hablando); lo que hay que hacer es tomárselo muy en serio y acudir a un médico especialista, lo antes posible.

Un buen profesional y mejor amigo, conocedor de los mercados financieros y de la relajación con Cuencos Tibetanos, me ha vuelto a liar con una charla de lo más complicada posible, para un economista rancio y de la antigua escuela.
Por suerte, me solía dormir en las clases de sector financiero, cuyo profesor encarnaba muchas de las debilidades de nuestro sistema educativo, con lo que sobreviví a determinada intoxicación formativa. Por tanto, me declara economista no rancio y me auto otorgo la capacidad de juntar algunos conocimientos de economía con otros de psicología, tocando de oído pero intentando afinar.En varios artículos intentaremos resumir algunos de los aspectos que tocaremos en la charla de mañana.

Múltiples definiciones de economía

Veamos primero una sencilla definición de ambas disciplinas, a ver si es posible después sacar alguna relación común.

Tomaré prestada la definición que hizo Pep I. Aguiló en un interesante texto que nos hizo leer cuando estudiaba esta carrera, ‘Con lentes de economista‘:La economía es aquello que hacen los economistas (Jacob Viner).

Desde luego, si nos quedamos con esta amplia definición, no será sencillo saber qué es la economía si no se es economista. Ni siendo economista uno sabe qué hacen estos profesionales, tengo que admitir, ya que hay muchas áreas diferentes del saber en la que podemos trabajar, desde la contabilidad a la fiscalidad, pasando por el estudio de los datos estadísticos o la difusión de la cultura financiera. Por ello, nos iría bien una definición algo más específica.

La palabra economía proviene del griego, cuyo significado viene a ser ‘gobierno de la casa’ (oiko es casa y nomos ley).

La economía, según los clásicos, es la ciencia de la riqueza, tanto en la vertiente de cómo producirla como en la vertiente de cómo distribuirla y consumirla. Para Adam Smith, por ejemplo, «La riqueza está en función de la preparación, destreza y el buen juicio que se despliegan en la aplicación general del trabajo; y en segundo lugar en la proporción entre las de personas empleadas en un trabajo útil, y las que no lo están«.

John Stuart Mill (1806-1873) sostuvo que «El hombre es un ser deseoso de riqueza y capaz de juzgar adecuadamente la eficacia comparada de los diferentes medios tendentes a conseguir un fin«. Este autor acuña el término homo-economicus para reflejar el hombre en su vertiente de buscador de riqueza. Este ser humano simplificado solo se preocupa de los costes y los ingresos, para maximizar su propio beneficio: el egoísmo llevado a su máxima expresión.

Ya entrando en las definiciones de los economistas neoclásicos (segunda mitad del siglo XIX), podemos ver una evolución del pensamiento hacia problemas del bienestar material y la escasez. Por ejemplo, Lionel Robbins dice que «la economía estudia la conducta humana como una relación entre fines y medios limitados, que tienen diversa aplicación«. Es decir, la economía estudia como eligen los individuos en condiciones de escasez. Y no olvidemos que siempre hay un factor escaso en toda decisión: el tiempo.

Los macroeconomistas, con John Maynard Keynes a la cabeza, toman el estudio económico como base del estudio de la gestión de los recursos limitados a nivel de gobiernos, ya no solo de individuos.

Llegando a épocas más recientes, cabe mencionar la aportación del premio Nóbel Gary Becker

«Lo que distingue verdaderamente a la economía de otras disciplinas científicas dentro de las ciencias sociales no es su temática, que en muchos casos es compartida por la sociología o por la psicología, sino su enfoque«.

Como afirma Pep I. Aguiló:

«En este sentido, la economía sería una habilidad intelectual que implica una visión particular y característica entre los estudiosos del comportamiento humano, consistente en un modo de “razonamiento”, más que en un grupo de temas claramente distinguible. Esa habilidad es “pensar como un economista”.»

Llegados a este punto ya podemos llegar a una conclusión que nos servirá para desarrollar el próximo artículo, sobre cómo definiría la psicología un economista: la economía no se define por los temas que trata, sino por el método científico que aplica a su análisis.