El Ingreso Mínimo Vital que no llega

Ya expliqué en su día en Futur Legal en qué consistía el Ingreso Mínimo Vital y quiénes tenían derecho a percibirlo así como sus cuantías.

Cabe recordar que este Ingreso Mínimo Vital nace, tal y cómo indica su nombre, para atender la emergencia social que se ha desencadenado en nuestro país a raíz de la pandemia. Si ya antes del confinamiento sobrevolaba la sombra de una crisis en España, debido entre otras muchas causas a la disparatada desproporción entre los salarios y los precios de los alquileres y compra, la pandemia está resultando la estocada final. Así pues, toda esa masa de gente que ya vivía al día cuando tenía un trabajo se ha encontrado que, debido al confinamiento, han visto cortado su flujo de ingresos. Si encima estas unidades familiares no disponían de ahorros, como suele ser el caso, la situación se ha tornado dramática en pocos meses. Y es que sin ingresos y sin ahorros, la bola de nieve empieza a crecer de una manera exponencial.

La aprobación del Ingreso Mínimo Vital iba a ser el balón de oxígeno que permitiese a la población más vulnerable sobrevivir mientras se pone freno a la pandemia y se retorna a la normalidad. De momento, la realidad es que sólo unos pocos han recibido las ayudas, mientras otros muchos están en situaciones realmente desesperadas. Y no hablamos solo de las personas que ya estaban en situación vulnerable antes de la pandemia sino a los denominados «nuevos pobres», personas que se han quedado sin trabajo o sin clientela para su negocio de un día para otro.

¿Cuál es la situación 5 meses después?

Pues parece que peor no lo podían haber hecho, ya que no solo no están llegando las ayudas a las personas que cumplen todos los requisitos sino que se están denegando muchas solicitudes por motivos totalmente incongruentes.

De momento y a fecha de este artículo, de las 975.000 solicitudes válidas presentadas, sólo 136.000 han sido aprobadas y están recibiendo la ayuda. Del resto todavía queda por tramitar el 50% de los expedientes. Así pues, las cifras son estremecedoras: sólo un 13,9% de los solicitantes del IMV están recibiéndolo en la actualidad. Y eso que estamos hablando de un plazo de más de 5 meses, con un proceso informatizado y en una clara situación de necesidad social extrema. Así pues, son muchísimas las personas que ya se encuentran en estado de extrema vulnerabilidad que no pueden atender el pago de los suministros y, en muchos casos, ni comprar comida.

Principales motivos de denegación de la ayuda

Como ya hemos comentado antes, los motivos de denegación de la ayuda son, cuanto menos, muy cuestionables y poco lógicos. Por poner un ejemplo conocido: no se puede ser administrador de una sociedad. Bien, yo no sé en qué pensaban los que redactaron la norma, pero son precisamente muchas Pymes las que se han quedado de un día para otro sin poder facturar ni un euro. ¿Es esto óbice para que el titular, siendo administrador de una pequeña SL que ha tenido que cerrar barrera, bien sea de manera forzosa o por la falta de clientes, no pueda acceder a esta ayuda? No tiene sentido, ¿verdad?

Otro caso similar sucede con los administradores de aquellas sociedades que colapsaron y quebraron en la pasada crisis de 2008. Estas sociedades, muchas con deudas a Hacienda y a la Seguridad Social, están inoperativas desde entonces, siendo el caso muchas veces que el administrador, por falta de conocimiento o de recursos para liquidar la sociedad, no se ha podido darse de baja como tal. Con esto, nos encontramos con que una persona que quedó arruinada en la pasada crisis no tiene acceso a la ayuda por ser administrador de una sociedad quebrada y sin funcionamiento desde hace una década. Otro sinsentido.

Otro motivo para obtener una negativa al IMV es el «exceso de patrimonio», dándose el caso, por ejemplo, de personas que tienen una segunda residencia con una hipoteca que no están pudiendo pagar y está en proceso de embargo. Lo más coherente sería que se valorase no solo los activos de una persona sino también el pasivo. Citando el ejemplo anterior de una segunda residencia, que por modesta que sea ya excede el límite patrimonial, es injusto que si estamos con cuotas pendientes y un embargo en ciernes, se deniegue el Ingreso Mínimo Vital por ese motivo.

Por no hablar del disparate que supone el hecho de que se tenga en cuenta el promedio mensual de ingresos y rentas anuales computables del ejercicio 2019 para decidir si se tiene derecho a la ayuda o por lo contrario, nos será denegada. Estos límites dependen del número de personas que integran la unidad de convivencia. Este punto está ocasionando también muchas negativas a la solicitud de la prestación y está provocando situaciones realmente injustas. ¿Qué tendrá que ver lo que pudo cobrar una persona en 2019 si es ahora, en pleno 2020 y con una pandemia que nadie esperaba, cuando esta misma persona está sin ningún tipo de ingresos? Y cuando hablamos de persona, nos referimos también a la famosa unidad de convivencia donde si por ejemplo, todos los que la componen trabajaron en la hostelería durante 2019, es muy probable que no tengan derecho a la ayuda en 2020 si las cantidades superan los límites establecidos en la ley, por mucho que esta unidad familiar se haya quedado, de repente, sin ningún tipo de ingresos.

De momento, y con cientos de miles de personas en situación crítica no parece que el gobierno vaya a tomar medidas para acelerar la tramitación de la ayuda así como tampoco parece que vaya a haber modificaciones sobre una Ley que nació con muy buenas intenciones pero con más defectos que otra cosa. Mientras tanto, miles de personas en situaciones realmente desesperadas siguen sufriendo las consecuencias.

A modo de anécdota, comentar la rapidez y eficiencia de otros países como Japón (leer noticia en El Economista), que ya en el mes de abril, ingresó a todos y cada uno de sus ciudadanos 100.000 yenes (unos 855 €) como ayuda inicial para capear el temporal económico que supuso el confinamiento. En España, más de 5 meses después y con las colas de los comedores sociales dando varias vueltas a la manzana, la sensación de abandono y desesperanza invade a todos aquellos que se aferran a la concesión de la ayuda para no acabar en la calle.

Imagen de Thomas Skirde from Pixabay

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