Intermediarios hipotecarios: ni santos ni demonios

 

La figura del broker hipotecario o intermediario de financiación con garantía real ha sido considerada, por muchas asociaciones de consumidores, como poco más que aprovechados o piratas que, a cambio de honorarios injustificables, cavaban un poco más hondo el pozo de los crédulos hipotecados.
Con la más que tardía y aún no bien ejecutada Ley 2/2009 se intentó regular la profesión, narrando en su preámbulo:
«…recientemente han proliferado en nuestro país actividades de intermediación de préstamos que se muestran especialmente activas en lo referente a la agrupación de deudas. Esta actividad, realizada por empresas que no entran dentro de la categoría de entidad de crédito, aunque de auge reciente en nuestro país, está muy presente en otros países, donde una parte importante de los préstamos que conceden las entidades son objeto de intermediación. 


 Ambas actividades, desarrolladas con los necesarios niveles de transparencia y profesionalidad, pueden ser útiles a los consumidores que decidan contratar estos servicios al posibilitar una búsqueda más eficiente de los créditos y préstamos disponibles en el mercado, al tiempo que estas entidades permiten que los consumidores ganen poder de negociación frente a los prestamistas, pudiendo así acceder a mejores condiciones en los préstamos que contratan. Debido a que hasta ahora estas actividades están sometidas exclusivamente a la legislación mercantil y civil y a las normas generales de protección de los consumidores y usuarios, esta Ley viene a establecer una regulación específica que, sin afectar los potenciales beneficios que puede reportar a los consumidores, establece un marco transparente en las relaciones de éstos con las empresas que les ofrecen contratos de préstamo o crédito hipotecario o de servicios de intermediación para la celebración de cualquier tipo de contrato de préstamo o crédito«.
Por tanto, una empresa de intermediación hipotecaria, no un chiringuito financiero, da poder de negociación al cliente. Primero por su conocimiento del mercado, después por su formación específica y, finalmente, por el número de solicitudes conjuntas que puede tramitar con una entidad.Actualmente Futur Finances no tramita hipotecas, solo capta clientes interesados y los pone en contacto con intermediarios profesionales y legales. En un futuro, sin duda, aportaremos nuestro saber a este complejo sector.

Para los abogados salvapatrias que nos criticaron en los momentos del boom, decirles que se equivocaban. El enemigo estaba en los bancos, no en los brokers. Fueran unos demonios hipotecarios, o unos santos de la financiación con garantía real.

Evidentemente que el intermediario ha tenido responsabilidad en la creación y estallido de la burbuja inmobiliaria, los malos mucha, los menos malos alguna. Pero si los bancos hubieran estudiado debidamente el riesgo y no se hubieran dejado engañar, que lo hicieron en ocasiones varias, los malos profesionales no habrían hecho apenas daño.

Ser intermediario no es nada malo, lo malo es ser un mal profesional, un ignorante o un bandido. Los intermediarios hipotecarios tienen futuro, pese a quien pese. Pero un futuro basado en la profesionalidad, la experiencia, el conocimiento, el servicio al cliente y la lucha sana con la banca para conseguir buenas hipotecas.

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