Participaciones preferentes, obligaciones subordinadas y cuotas participativas en mi semana en los blogs

Esta semana he dejado una estela de desastres relacionados con productos financieros que la banca de sucursales de todo a 100 ha producido. Algunos de los infortunios que están sufriendo ahorradores e hipotecados parece que podrían deberse a que en las cúpulas directivas hay monos locos tomando decisiones.

Tenemos por una parte a los crédulos ahorradores que invirtieron en las cuotas participativas de la CAM (una especie de acciones de cajas de ahorro pero peores) creyendo que eran un producto similar en riesgo a un depósito a plazo fijos. Ahora descubren que, a no ser que el Banco de Sabadell haga algo, valen cero.
Otros clientes bancarios que deben haber descubierto a golpes que no hay que escuchar al director de sucursal cuando vende productos son los de Banco de Valencia, ahorradores que compraron participaciones preferentes y obligaciones subordinadas. Tampoco estarán muy contentos los que invirtieron en acciones de la entidad.
Los que tienen participaciones preferentes del BBVA, Sabadell, Santander o CaixaBank tampoco saltan de alegría, al descubrir que sus «depósitos» son en realidad renta fija perpetua que no se puede vender sin pérdidas en el mercado secundario. A estos los bancos les ofrecen canjearlas por acciones, obligaciones convertibles o deuda subordinada a largo plazo; no por hacerles un favor, sino por Basilea III y evitar que les quemen las oficinas.Otro caso de juzgado de guardia son los bonos patrióticos; los bancos que los comercializan no se fían de las administraciones para concederles crédito, pero están encantados de encasquetar bonos de las CC.AA. a sus clientes, previa jugosa comisión.

Los bancos y cajas vendieron productos complejos sin la debida información y, en ocasiones, con el engaño de una aparente semejanza con los depósitos a plazo fijo. Lejos de admitir sus errores y reformar completamente el sistema de comercialización de sus sucursales, lo que hacen es intentar tapar un mal asesoramiento con otro producto que tampoco es el que interesa al cliente.¿Nada han aprendido las entidades financieras de esta crisis? 

Esperemos que sus clientes, que hayan aprendido que no pueden dejar sus decisiones financieras en manos del director del banco.

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