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Los denominados gastos hormiga y gastos vampiro (o gastos fantasma) son verdaderos enemigos del ahorro, ya que se trata de pequeñas cantidades que al ser contabilizadas de manera mensual, o incluso anual, se convierten en cantidades relativamente respetables que podíamos haber ahorrado, pero a las que no hemos prestado mucha atención por ser pequeños gastos diarios o semanales. Hemos de empezar a acostumbrarnos a vernos como una pequeña empresa, con sus ingresos y gastos, que necesita optimizarse al máximo. Veamos pues algunos trucos para ahorrar.

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El llevar a cabo un control de los gastos más comunes del hogar es una labor de verdadera importancia a la hora de ahorrar dinero. Para poder ejercer una correcta organización de ingresos y gastos existen una serie de consejos o técnicas que ayudan a las familias a poder administrarse el dinero de una manera mejor, que te explicamos en este artículo.

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Está en nuestras manos el conseguir una serie de hábitos responsables de consumo que nos permiten ahorrar más dinero en la economía del hogar. Siguiendo consejos de fácil y barata aplicación, podemos lograr que grandes cantidades de dinero no sean malgastadas en el día a día de forma totalmente inconsciente.

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En primer lugar, no perderlos por malas decisiones de inversión inducidas por malos asesores. Ante la duda, te recomiendo decirle «no» al banco si te recomienda un fondo de inversión:
A continuación, formarse para entender el riesgo, liquidez y rentabilidad de los productos y los que encajan con nuestro perfil inversor. Finalmente y si consideramos que invertir en asesoramiento es preciso, contratar los servicios de un experto independiente. Cuesta hacerse la idea, pero sin asumir riesgos, las rentabilidades no pasan del 0,1-0,2% de los depósitos a plazo, en estos momentos. A partir del minuto 16:20 el gran Marc Vidal charla conmigo en el programa de TVE2 ‘Economía de Bolsillo‘:
Aprender a contratar productos de ahorro e inversión es muy importante si queremos evitar contratar deuda subordinada pensando que era un depósito a plazo fijo.
Además de conocer nuestro perfil como inversores, el grado de pérdidas que puedes y estás dispuesto a asumir, tus necesidades puntuales de liquidez o tu situación familiar y fiscal, debes analizar con calma los tres conjuntos de características de cada producto de inversión:El riesgo, ¿contestando a preguntas cómo en qué casos puedo perder la rentabilidad pactada o el capital? o bien ¿qué pasa si quiebra el emisor del producto?

La liquidez; ¿puedo recuperar el capital antes del plazo? ¿tiene un plazo establecido de vencimiento el producto? ¿perderé capital si necesito liquidez antes de tiempo?

La rentabilidad ¿es fija o variable? ¿depende de algún acontecimiento futuro no previsible?

Leamos siempre con atención los contratos que nos presenta el banco y que no sea el empleado de turno nuestro único interprete. Comunidades de expertos independientes como la de iAhorro son fundamentales si queremos recabar segundas opiniones y no acabar enfangados en participaciones preferentes y otros productos tóxicos que se explican en mi libro ‘La banca culpable‘.

En el programa ‘Fin de semana’ de COPE de ayer me entrevistaron en relación a un hecho preocupante: hay encuestas que reflejan que 9 de cada 10 españoles no saben exactamente los gastos mensuales que tienen.

Y si no sabemos los gastos mensuales fijos, menos los que se devengan en periodos más largos, como los seguros del coche o del hogar, por ejemplo. Deberíamos ser capaces de calcular el coste de cada kilómetro recorrido con nuestro vehículo, no solo la gasolina, sino también la parte mensual que corresponde al seguro, impuestos o reparaciones. Y pondría la mano en el fuego que el 100% o casi de los lectores no conoce este dato. Si fuéramos lo diligentes que tocaría, yo incluido, tendríamos claros este tipo de datos, que nos permiten comparar qué nos cuesta ir al trabajo en coche o en transporte público. Esta información cambiaría nuestros hábitos, no lo dudéis.

¿Cómo ahorrar?

Lo primero es poder y querer. Pero incluso si nuestros ingresos no nos permiten ahorrar un céntimo al mes, es igualmente vital hacer presupuestos, para llegar a fin de mes de la mejor forma posible.
Para ahorrar hay que hacer un presupuesto familiar, diario, mensual y anual. Con una libreta o en un Excell. Una columna para los ingresos y otra para los gastos, los mensuales, los que se devengan en más de un mes y gastos extraordinarios (que si bien no se conocen, si se pueden estimar).

Si los ingresos son menores que los gastos, no queda más remedio que reducir los segundos (o aumentar los ingresos, algo bastante más complicado). Un presupuesto familiar que de forma sistemática tiene más gastos que ingresos, que se cubre con gasto en tarjeta de crédito o similar, es la ruina a medio plazo.

¿Es cuestión de formación o de responsabilidad?

De ambas cosas, creo yo. Lo primero es que no tenemos formación financiera suficiente, si bien no es imprescindible tener grandes conocimientos para ahorrar. Nuestros mayores son expertos y su formación financiera es mínima. La responsabilidad que nos falta más bien viene de los mensajes consumistas de los medios de comunicación y de la sociedad, por una parte, y de que hasta este crisis las generaciones más jóvenes no habíamos pasado penurias. Ahora tenemos claro que el dinero es un bien escaso que hay que saber administrar, ya que la economía no siempre crece.

¿Es cierto que ahorran más las mujeres?

Hay estudios que así lo demuestran. También es cierto que gastan más, o en más productos y servicios, cuanto menos. Pero las mujeres, generalizando, saben lo que cuesta ganar dinero y lo administran mejor.

Algunos expertos comentan  que la clave es no pensar en dinero, sino en las cosas que se pueden hacer con éste. Si en lugar de calcular que ahorramos 100 euros al mes, vemos una parte de un viaje con los nuestros, la cosa cambia.

El dinero en sí no es nada; lo importante es que nos permite disfrutar de la vida, de nuestra familia y estar más tranquilos para centrarnos en nuestro bienestar y el de los nuestros. Por todo ello, saber gestionar nuestro dinero, en definitiva, es saber gestionar el bienestar vital de los que nos rodean. Es por ello que hay que aprender a ahorrar y a gastar: para disfrutar de lo más importante, la vida.

Fin de año, resumen de los contenidos de este blog más visitados en el 2012.

Recurso aparentemente simple, pero que muchas veces es más útil de lo que parece para el lector, que no tiene tiempo ni ganas de leer todo lo que los blogueros empedernidos generamos.

Gracias a todos por visitar este vuestro hogar económico. Os dejo con la clasificación, esperando que os resulte interesante para acabar el año informado:

  1. ¿Peligran nuestros ahorros si desaparece el euro?, cuyas visitas se centran entre abril y agosto, básicamente.
  2. El simbolismo de las tortugas, un bien posicionado contenido que genera un goteo incesante de gente interesada por este genial animal.
  3. Valoración catastral y recibo del IBI, una aportación de la tasadora y amiga Gemma Garzón, que ofrece un excelente servicio de pretasaciones online.
  4. Participaciones preferentes y otros productos tóxicos, de triste actualidad.
  5. Avalista, hipotecante no deudor y otras figuras hipotecarias. No firmes nunca una hipoteca si no conoces la diferencia. Y de paso aprovecha y descárgate la guía de hipotecas gratuita de iAhorro, que he dirigido.
  6. Interpretando una nómina, por Luis Cabezas Echegoyen. Buen amigo que hoy está en su querida Argentina natal.
  7. Diferencias entre suelo urbano y rústico a efectos de tasación, de Gemma Garzón.
  8. Corralito del dinero, con la experiencia de Luis Cabezas, vivida en su propio país.
  9. Una definición sencilla de la prima de riesgos. Tan de moda en la crisis económica que nos ha tocado vivir.
  10. Canje de preferentes, de laCaixa en este caso particular.

Un ránking que esperamos os ayude a entender un poco más la economía y las finanzas.

En Expansion.com he publicado como director editorial de iAhorro un artículo sobre los mejores depósitos del momento de las entidades que han pasado las pruebas de estrés realizadas por Oliver Wyman.

Os dejo la tabla correspondiente, invitándoos a visitar el apartado de mejores depósitos bancarios que iAhorro actualiza diariamente:

Tengo la oportunidad de con cierta frecuencia dar mi opinión sobre temas de ahorro y financiación hipotecaria para una serie de medios económicos y generalistas en papel de mucho nivel, entre los que se encuentran la revista Tiempo, medios regionales del Grupo Vocento, Actualidad Económica o la revista Inversión & Finanzas (en la que aparezco esta semana comentando las diferencias entre el Euribor, el IRPH y el IRS).

Os dejo las ultimas apariciones, tratando la nueva guerra de depósitos y mi opinión sobre ella, la importancia de la cultura financiera a la hora de comparar y elegir hipotecas o el efecto que la inflación tiene sobre nuestros ahorros.
Tiempos aciagos vivimos los ciudadanos españoles que cumplimos escrupulosamente con el fisco, que cada día que pasa aumenta su voracidad por nuestra cada vez más menguada renta disponible.
Anuncia el Gobierno del recorte a las clases bajas y medias (que no a las grandes fortunas o al propio sistema político más que duplicado) que ahora le toca el turno a la tributación del ahorro en el IRPF, que pagan las personas físicas residentes en España (de empresas no hablamos, que pagan el Impuesto de Sociedades).
Veamos primero el efecto en la venta de inmuebles, por su enorme trascendencia en términos de pago de impuesto por operación:
En el año 2006 si se vendía un inmueble por 200.000 euros que había costado 150.000, la plusvalía ascendía a 50.000 euros y sobre este importe se aplicaba un gravamen fijo del 15%. Lo que suponía pagar en el IRPF por este concepto 7.500 euros.
En el año 2013, si se cumple lo anunciado por el Gobierno, el ahorro tributaría al tipo marginal del contribuyente si lo vende con menos de un año de generación, que varía del 24,75% al 52% (56% en Catalunya). Lo cual significaría pagar entre 12.375 a 26.000 euros. Es decir, que una persona que vendiera un inmueble en el año 2006 pagaría hasta 18.500 euros menos que en el 2013, impresionante y lamentable.
Si las rentas del ahorro superan el año de generación, se supone seguiría vigente el gravamen actual, que es:
Menos de 6000 euros al 21%.
Entre 6.000 y 24.000 euros, el 25%.
Más de 24.000 euros, el 27%.
Para el ejemplo del inmueble, suponiendo que se ha vendido más de un año después de su compra, en impuestos del 2013 se pagaría:
6.000 x 21% = 1.260 euros.
24.000 x 25% = 6.000 euros.
20.000 x 27% = 5.400 euros.
En total, 12.660 euros, 5.160 euros más de impuestos que la misma operación en el año 2006, que para más inri eran años de bonanza económica. Un absurdo cuyos fines únicos son recaudar más.
En teoría los intereses de cuentas y depósitos, además de los dividendos, no cambiarían de tributación, como única excepción.Como recoge Cotizalia, mi opinión en el tema es que provocará distorsiones en la elección del producto de ahorro:

Los expertos creen que el anuncio realizado ayer por Mariano Rajoy adolece de detalles en un asunto tan sensible como el ahorro. Como señala Pau Monserrat, de iAhorro.com, “hay un efecto de distorsión entre las distintas modalidades de ahorro, y eso siempre es peligroso”.

Hay rentas del ahorro que no pueden escapar al afán recaudatorio del Estado y que verán aumentada sin piedad su tributación. Sin embargo, en algunas como las plusvalías inmobiliarias veremos aumentar drásticamente el fraude fiscal, escriturando las ventas muy por debajo del valor real de venta y cobrando el resto en B. Muchas veces aumentar el tipo impositivo acaba suponiendo menos recaudación, por la reducción de la actividad económica y el aumento del fraude fiscal.
Con más impuestos no saldremos de la crisis, nos zambulliremos más en ella. Señores dirigentes, reduzcan primero sus sueldos y cierren empresas públicas absurdas, reduzcan y optimicen personal y acaben con duplicidades y órganos de postín como el Senado y, después, ya veremos si hay que tocar los impuestos de las clases menos favorecidas y medias. Que las grandes fortunas y banca, por ejemplo, algo tendrán que pagar, digo yo.