Viernes negro

El Ibex 35 cerró la jornada del viernes pasado con la mayor caída de su historia, un 9,14% en un día, cerrando por debajo de los 9.000 puntos (concretamente en los 8.997,7). Para darse cuenta de la importancia de este dato, simplificando, es como si en un solo día la valoración de las mayores empresas de España cayese casi un 10%. Nada más y nada menos.

Los resultados semanales son igual de escalofriantes; en una semana el Ibex 35 ha caído un 21,20%, también el peor balance de su historia.

El índice bursátil se sitúa en los niveles de abril del año 2005; lo que quiere decir que el mercado se ha comido las ganancias de los inversores de 3 años.

¿Es lógica esta ruina bursátil? o en otras palabras, ¿valen tan poco las empresas españolas?

La respuesta es No. Ni tanto ni tan poco; las Bolsas están sumidas en la irracionalidad más absoluta; la desconfianza, el pánico y la depresión campan a sus anchas en el parqué. El principal problema es que todos desconfían de todo, de la garantía de sus depósitos, de los créditos, del puesto de trabajo,…

La base primordial de la economía es confianza. Sin ella, el dinero, los billetes de 500 euros, no valen nada; son puro papel si nadie nos los quiere cambiar por bienes y servicios; así de simple. Y lo que se ha perdido y deberemos ir recuperando es eso, la confianza en los mercados.

La valoración de las empresa en bolsa se basa en las expectativas de beneficios que los inversores calculan que tendrá cada compañía. Con las valoraciones actuales, se estima que los mercados han descontado ya una caída en los resultados del 30%.

Se dice que la Bolsa siempre se anticipa a la economía real en unos 6 meses. Si fechamos la recuperación del PIB en el último trimestre de 2009 (economía real), retrocediendo 6 meses, podemos prever la recuperación bursátil a mediados del próximo año.

La racionalidad volverá a la Bolsa cuando los mercados se vuelvan a fijar en los fundamentales (estimaciones de beneficios de las empresas, posición en el mercado, niveles de endeudamiento, etc).

En cuanto a la economía real, nuestros bolsillos, resaltar que la extraordinaria restricción del crédito está dañando el consumo y la inversión, que a su vez incide en el empleo (si no compramos a las empresas y éstas no invierten en mejorar su capacidad productiva, los cierres de empresas y despidos son la próxima consecuencia). Los bancos no tienen un duro en sus cajas y el que tienen lo guardan para devolver sus préstamos al mercado exterior. En estas circunstancias, no dejan dinero a sus clientes. Y si no dejan dinero, no se consume ni se invierte; y sin ésto, se genera más desempleo. Un círculo vicioso que los gobiernos de todo el mundo tratan de solucionar.

En el caso concreto de España, se ha tomado la medida de crear un fondo de 30.000 millones de euros, ampliable a 50.000 millones, para que el Estado compre activos de calidad de la banca (hipotecas de clientes solventes, principalmente). El Tesoro Público, encargado de gestionar el fondo, espera ganar dinero con esta medida (no confundirla con el Plan del Gobierno de EE.UU., que comprará activos tóxicos). No impondrá a la banca ningún compromiso de recompra de los activos. La principal crítica a este plan es que no se condiciona este dinero a que los bancos beneficiarios lo destinen a conceder créditos a las empresa y famílias. Se teme que la banca utilice este dinero para hacer frente a sus propios vencimientos de deuda con el exterior. Pero coincido con Solbes que «no es labor del Gobierno decir a los bancos y cajas cómo gestionar sus balances»

En mi humilde opinión, el plan ideado por el Gobierno es correcto; la banca necesita liquidez y este fondo lo que hace es darle liquidez a cambio de activos buenos. Bien gestionado, todos podemos salir ganando.
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