En la mente de un perro

Tengo amigos animales desde muy pequeño, tortugas de agua, perros, gatos, cerdos, conejos, gallinas y más compañeros de aventuras que me han acompañado durante gran parte de mi vida.

Si algún humano curioso llega a este blog, que normalmente trata de finanzas, economía e hipotecas, buscando saber si los perros y demás animales tienen sentimientos y, por tanto, hay que tratarlos en base a esta consideración, que no busque más: los animales tienen sentimientos.
Muchos humanos comemos carne animal, yo incluido y, por tanto, matamos animales, de forma directa o indirecta (comprando carne en un supermercado). También muchos animales matan para comer. Pero no es habitual que maten por diversión ni que coman más de lo que necesitan, como muchos humanos, algunos por pura maldad, otros por ignorancia imperdonable y otros por pautas de comida inadecuadas que deberían modificar. Cada animal que comemos de menos, es un animal que vive de más, no lo olvidemos.
Si el lector piensa que soy un iluso emotivo, decirle que ya hay numerosos científicos que han podido medir lo que para los amantes de los animales es evidente: la inteligencia y sentimientos de los animales. Muy recomendable, por ejemplo, el libro «En la mente de un perro» de Alexandra Horowitz, que se pone en el lugar del animal e intenta descifrar sus reacciones y vivencias con la mente abierta de un científico.
Si tienes una mascota, deja de verla como un juguete o una mera compañía y busca al ser sensible que tienes delante, que tiene mucho que enseñarte de la vida. Si te planteas regalar un perro a tu hijo, no lo hagas a la ligera: asume que vas a ser responsable de un ser vivo que piensa y siente.
Amor y responsabilidad, lo que los perros nos dan y nos enseñan a adquirir.
Hace años tuve un «jefe» (por llamarle de alguna manera) que tenía un perro y afirmaba, convencido, de que cuando le llamaba la atención era solo para comer, beber o salir, que no tenía sentimientos. Al final, debería descubrir que el que tiene pocos sentimientos, desarrollados, es él; para con sus animales, sin duda, pero también para con sus colaboradores.
Si no eres capaz de percibir los sentimientos de tu compañero animal tienes un grave problema, que probablemente tenga solución. Busca libros y profesionales que te ayuden. Y «escucha» lo que tu animal tiene que decirte.
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