Si bien hay indicadores que ponen de manifiesto que los motores para una nueva burbuja inmobiliaria se han puesto en marcha en el 2017, considero que aún no es el año de la génesis de la próxima burbuja inmobiliaria. Los bancos vuelven a conceder préstamos hipotecarios con demasiada laxitud y sin haber mejorado su análisis de riesgo de forma clara. Muchos clientes siguen solicitando hipotecas sin el debido conocimiento, si bien ya muchos buscan el asesoramiento de expertos independientes.
Por otro lado los tipos de interés en mínimos propician que se estén concediendo hipotecas a tipos muy bajos, lo que en un futuro puede dañar la solvencia de los bancos, si las hipotecas son a tipo fijo.
Los precios inmobiliarios empiezan a subir en algunas zonas, pero entiendo que aún están en cotas moderadas.
La clave para defender que aún no ha empezado una burbuja inmobiliaria es que los sueldos siguen siendo bajos y hay mucha inestabilidad laboral. Ello supone que los importes de las hipotecas están anclados a la baja y que además muchos clientes no tienen los ahorros necesarios para optar a un préstamo hipotecario, si bien hay bancos que aprueban hipotecas al 100% si el 80% de tasación lo permite.
Si los sueldos empiezan a repuntar y la estabilidad laboral se consolida, será el momento de marcar el inicio de una burbuja inmobiliaria. Pero no parece que vaya a ser en 2017.
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