Septiembre de 2016 puede ya ser calificado, en mi opinión, como el inicio de una nueva etapa de bonanza hipotecaria, lo cual, visto desde otro punto de vista, puede identificarse como el comienzo de la nueva crisis inmobiliaria. Buenos y malos tiempos empiezan, según como reaccionen todos los implicados en el mercado hipotecario e inmobiliario.
Soy ligeramente optimista en cuanto a las enseñanzas financieras que han adquirido los clientes, a la hora de endeudarse a décadas vista comprometiendo todo su patrimonio presente y futuro (que en definitiva es lo que implica firmar un préstamo hipotecario). Solo ligeramente, que conste. Pese a que ya hay medios online gratuitos que permiten formarse, como la guía del Banco de España o la que dirigí en su momento para iAhorro.com, consultorios gratuitos de expertos del máximo nivel, incluso algún que otro asesor hipotecario al que acudir, hay bancos hoy que intentan colar un IRPH + 0,99% simulando alguna de las mejores hipotecas actuales, a Euribor + 0,99%. Y clientes que no se dan cuenta, salvo cuando invierten su dinero en profesionales que los asesoren o en intermediarios hipotecarios que le tramiten una buena hipoteca.
Pesimista, en cambio, es mi estado de ánimo al constar que la legislación hipotecaria sigue siendo muy mejorable a la hora de equilibrar los derechos y deberes de los prestamistas y los prestatarios, el escaso poder de los reguladores (Banco de España y CNMV), además de que los bancos siguen teniendo los mismos incentivos que antes de la crisis para dar crédito de forma poco responsable. Si no cambiamos todas estas disfunciones, por mucha cultura financiera que intentemos inocular a los clientes, la próxima crisis inmobiliaria llegará, no tan tarde como sería deseable.

¿Nos volvemos a hipotecar?

El número de hipotecas registradas está experimentando un crecimiento claro, que se puede constatar en estadísticas como la que ofrece el INE cada mes. De las 12.146 hipotecas sobre vivienda registradas en agosto de 2013, se ha pasado a 25.274 hipotecas en junio de 2016. Un incremento del 108%:

Sin embargo, acudiendo a la serie completa del INE la mejora no parece tan espectacular:

En septiembre de 2005 se registraron 129.128 hipotecas, muy lejos de los registros actuales.

La economía no siempre crece

La primera idea errónea que nos hicieron creer y propicio un endeudamiento masivo irresponsable fue que la economía siempre crece, lo que hubiera implicado, de ser cierto, que las hipotecas a gente joven, personas con poca vida laboral o temporales se hubieran pagado al mejorar sus empleos con el tiempo. Muy al contrario, gente con trabajos fijos y buenas nóminas han perdido su posición económica durante la crisis. Seamos muy prudentes a la hora de solicitar una hipoteca y compremos casas económicas, no intentemos adquirir inmuebles más caros de lo que la prudencia indica. Para ello, acudir a economistas especializados independientes, no nos dejemos “asesorar” por el banco o la inmobiliaria, tampoco por el intermediario hipotecario, que cobra por conseguirnos una hipoteca, no lo olvidemos.

El ladrillo no es un valor seguro

El otro error que no debemos cometer es pensar que los inmuebles son un valor seguro, muy al contrario, su valor varía mucho a lo largo del tiempo y pueden pasar décadas de pérdidas en su precio. Ciertamente ya hay zonas en España que suben las casas, pero siempre digo que comprar un inmueble para vivir la familia tiene sentido, pero como inversión es un disparate. Hay opciones como los fondos de inversión especializados que tienen mucho más sentido, si nos gusta el ladrillo como inversión.

Pedir una hipoteca en 2016: solo con información, formación y asesoramiento independiente de calidad. Mi recomendación.

En el mercado financiero actual existen una variedad de productos que facilitan el manejo y uso del dinero. Ejemplo de ello son las tarjetas, ya sean de débito, crédito, de prepago, de fidelización e incluso las que se pueden contratar sin cambiar de banco. A la hora de decantarte por una de ellas es importante realizar un análisis de las tarjetas bancarias para conocer con precisión todas las ventajas que ofrecen y saber cómo elegir la mejor tarjeta para sacarles el mayor provecho posible.
Solicitar una tarjeta no puede hacerse a la ligera, especialmente si son de crédito, pues ello implica adquirir una deuda. Cuando se utilizan estos productos se están pagando comisiones y tasas, generalmente mensuales, por lo que es imprescindible conocer cuáles son las que cobran las tasas más bajas. Existen plataformas online donde puedes encontrar la mejor manera de analizar y comparar las tarjetas ofertadas en el mercado. Esta valiosa información permite conocer realmente las ventajas de utilizar determinada tarjeta, pues coteja la Tasa Anual Equivalente (TAE) que ofrecen las distintas entidades a sus clientes, y de este modo, se logra tener una visión clara del rendimiento que tendrá el dinero o efectivo a corto, mediano o largo plazo.
Al utilizar las tarjetas de débito o crédito se busca hacer uso del dinero sin tener que pagar de más por ello; analiza cada uno de estos productos de acuerdo a la necesidad que se requiera. Cuando se busca sacar las mayores ventajas de las tarjetas de débito y crédito, por ejemplo, es importante pagar una TAE que esté por debajo del 20%; este es un indicador que permite medir el rendimiento del dinero que maneja a través de las tarjetas. No se está haciendo buen uso de una tarjeta de crédito, aunque la deuda se pague a plazos si esta tasa de medición supera ese porcentaje tope. Cuando se trata de dinero hay que ser inteligente, y para serlo, hay que optar por las que tengan el menor coste en cuanto a comisiones y tasas.