Participaciones preferentes: no aptas para consumidores financieros
Las participaciones preferentes, juntos a las cuotas participativas de cajas de ahorro (comercializadas sólo por la Caja de Ahorros del Mediterráneo) y la deuda subordinada han sido los principales productos colocados en el tramo minorista que más problemas al ahorrador han producido en la anterior crisis financiera.
Veamos que son las participaciones preferentes.
Participaciones preferentes como producto complejo
Son un producto financiero complejo, cuya naturaleza es híbrida, en cuanto a que tienen características típicas de la renta fija (productos que representan un préstamo a la entidad financiera del que los contrata) y la renta variable (productos como las acciones, cuyo titular pasa a ser propietario y asume las consecuencias de la situación económica del banco).
No tienen vencimiento pactado, es decir, son perpetuas. El banco que las emite puede amortizar las preferentes (y lo hará sólo si sale ganando) a partir del quinto año. Si el precio de mercado es menor, el banco jamás amortizará el producto y la única solución para el ahorrador será venderlo en el mercado secundario y asumir importantes pérdidas, en su caso (las de los bancos nacionalizados pueden superar el 70% de pérdida). Lo que se decía en las oficinas bancarias de que se podían vender en 24 o 48 horas era incierto y venía de la mala práctica (con la que la CNMV acabó) de ir colocando las preferentes entre los mismos clientes del banco, en lugar de acudir al mercado secundario.
No dan derecho político alguno, a diferencia de las acciones. Los tenedores de participaciones preferentes asumen las consecuencias de la situación económica de la entidad financiera pero no tienen ni voz ni voto en cuanto a sus decisiones.
La rentabilidad depende de que el banco o caja tenga beneficios. En caso de no presentar ganancias, se pierde la rentabilidad periódica pactada y no hay derecho a recuperarla en un futuro.
El término “participaciones preferentes” está inspirado en el Derecho inglés y su concepto preferred shares, que nada tiene que ver con que el cliente o el producto sean “preferentes”.
Muy al contrario, el término “preferente” se refiere a una situación muy poco preferente en cuanto a la prelación de créditos o situación del tenedor de preferentes si el banco se liquida. Más concretamente, el ahorrador que tiene preferentes cobraría en penúltimo lugar, solamente por delante del accionista o cuotapartícipe (si es una caja). En definitiva, una situación nefasta.
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