Economía y psicología: definiciones de economía
Me declaro economista no rancio y me auto otorgo la capacidad de juntar algunos conocimientos de economía con otros de psicología, tocando de oído pero intentando afinar. En varios artículos intentaremos resumir algunos de los aspectos relacionados con la economía y psicología.
Múltiples definiciones de economía
Veamos primero una sencilla definición de ambas disciplinas, a ver si es posible después sacar alguna relación común.
Tomaré prestada la definición que hizo Pep I. Aguiló en un interesante texto que nos hizo leer cuando estudiaba esta carrera, ‘Con lentes de economista‘: La economía es aquello que hacen los economistas (Jacob Viner).
Desde luego, si nos quedamos con esta amplia definición, no será sencillo saber qué es la economía si no se es economista. Ni siendo economista uno sabe qué hacen estos profesionales, tengo que admitir, ya que hay muchas áreas diferentes del saber en la que podemos trabajar, desde la contabilidad a la fiscalidad, pasando por el estudio de los datos estadísticos o la difusión de la cultura financiera. Por ello, nos iría bien una definición algo más específica.
La palabra economía proviene del griego, cuyo significado viene a ser ‘gobierno de la casa’ (oiko es casa y nomos ley).
La economía, según los clásicos, es la ciencia de la riqueza, tanto en la vertiente de cómo producirla como en la vertiente de cómo distribuirla y consumirla. Para Adam Smith, por ejemplo, “La riqueza está en función de la preparación, destreza y el buen juicio que se despliegan en la aplicación general del trabajo; y en segundo lugar en la proporción entre las de personas empleadas en un trabajo útil, y las que no lo están“.
John Stuart Mill (1806-1873) sostuvo que “El hombre es un ser deseoso de riqueza y capaz de juzgar adecuadamente la eficacia comparada de los diferentes medios tendentes a conseguir un fin“. Este autor acuña el término homo-economicus para reflejar el hombre en su vertiente de buscador de riqueza. Este ser humano simplificado solo se preocupa de los costes y los ingresos, para maximizar su propio beneficio: el egoísmo llevado a su máxima expresión.
Ya entrando en las definiciones de los economistas neoclásicos (segunda mitad del siglo XIX), podemos ver una evolución del pensamiento hacia problemas del bienestar material y la escasez. Por ejemplo, Lionel Robbins dice que “la economía estudia la conducta humana como una relación entre fines y medios limitados, que tienen diversa aplicación“. Es decir, la economía estudia como eligen los individuos en condiciones de escasez. Y no olvidemos que siempre hay un factor escaso en toda decisión: el tiempo.
Los macroeconomistas, con John Maynard Keynes a la cabeza, toman el estudio económico como base del estudio de la gestión de los recursos limitados a nivel de gobiernos, ya no solo de individuos.
Llegando a épocas más recientes, cabe mencionar la aportación del premio Nóbel Gary Becker
“Lo que distingue verdaderamente a la economía de otras disciplinas científicas dentro de las ciencias sociales no es su temática, que en muchos casos es compartida por la sociología o por la psicología, sino su enfoque“.
Como afirma Pep I. Aguiló:
“En este sentido, la economía sería una habilidad intelectual que implica una visión particular y característica entre los estudiosos del comportamiento humano, consistente en un modo de “razonamiento”, más que en un grupo de temas claramente distinguible. Esa habilidad es “pensar como un economista”.”
Llegados a este punto ya podemos llegar a una conclusión que nos servirá para desarrollar el próximo artículo, sobre cómo definiría la psicología un economista: la economía no se define por los temas que trata, sino por el método científico que aplica a su análisis.
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