Método coste-beneficio en la elección de pareja
Los economistas utilizamos una variable de medición denominada dinero. Es una forma de valorar relativamente cosas o acciones, para evaluar los costes y los beneficios y elegir. No es un valor absoluto, ya que no se debe poner precio a las cosas por si mismas, sino en relación al resto.
Los recursos son limitados (nuestro tiempo, variable principal de nuestra vida, es finito e incierto) y hay que elegir en qué destinarlos. ¿Podemos aplicar el método coste-beneficio a nuestra elección de pareja?
Una persona decide buscar pareja si su utilidad esperada es superior a la de estar soltero, diríamos los economistas. Tratamos de probabilidades, ya qué sólo al final de nuestra vida podemos saber si nuestras diversas elecciones han sido las adecuadas (y ni en ese momento, en realidad, ya que deberíamos haber vivido múltiples vidas al mismo tiempo para poder valorar en cuál de ellas hemos elegido mejor).
Para nuestro análisis debemos aceptar que un ser es racional si toma decisiones basadas en el coste-beneficio, es decir, realizará una actividad sólo si el beneficio supera el coste de iniciarla, y si debe elegir entre dos alternativas elegirá la que mayor beneficio neto le proporcione. En pocas palabras, uno quiere dejar de ser un lobo solitario si juntarse le supone (lo espera, al menos) mayor beneficio que estar solo.
El humano no es ni omnisciente ni omnipotente. Su naturaleza no-divina le obliga a elegir en base a su conocimiento limitado y unos recursos escasos, por tanto a pesar de actuar racionalmente puede y suele equivocarse y debe elegir entre las alternativas. No se puede tener todo, ya que nada es gratis, en términos de elección. Este concepto en economía se denomina coste de oportunidad.
Una vez tenemos claro los conceptos con los que trabajar en la toma de decisiones, veamos en que consiste el método del coste-beneficio:
Una persona tomará una determinada decisión cuando el beneficio de tomarla supere el coste de llevarla a cabo.
Un instrumento aparentemente tan sencillo y en la práctica tan difícil de aplicar. ¿La razón de su dificultad? conocer todos los costes y todos los beneficios de una elección. Veamos algunas variables que complican nuestra capacidad de análisis:
- El coste de oportunidad: Si busco pareja y encuentro a Maria, que de sobras estimo me aportará más beneficios que costes, ya que es guapa, inteligente, me quiere, la quiero, gusta a mis padres y a mis amistades, es generosa y además tiene una familia encantadora y con dinero, la decisión parece clara. Pero, ¿has valorado el coste de oportunidad? Si decides emparejarte con Maria, deberás incluir como coste no poder conocer a otras chicas y perderás la oportunidad de crear una relación con otra mujer.
- No debemos tomar en cuenta los costes irrecuperables: Costes que se dan se tome o no la elección. Un ejemplo de decisión basada en tomar un coste irrecuperable a modo de coste real es la gente que busca parejas más jóvenes que él para sentirse rejuvenecido. Para ellos la soltería tiene un coste que en realidad no es tal, ya que la edad pasa se esté o no en pareja.
- Los costes externos o externalidades negativas: Son aquellos que recaen sobre otras personas que no han intervenido en la elección. Caso muy típico y fuente de reevaluación de la pareja es no tener en cuenta como ésta se relaciona con nuestra familia. Si trata mal a los nuestros, genera una externalidad negativa a nuestro entorno, que debería ser tenida en cuenta en nuestro análisis coste-beneficio.
La elección entre estar soltero y emparejado y entre elegir una pareja u otra (si es que podemos elegir, claro) se puede evaluar en función del coste y del beneficio de la decisión. En breve intentaremos analizar detalladamente los costes y los beneficios concretos de ello, sin querer con ello que nuestras lectoras piensen que un servidor no disfruta también de los escritos de Lord Byron.
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