Virtudes Taoistas en tiempos de crisis

Estamos viviendo una época histórica, una crisis que se estudiará en los libros de economía de nuestros hijos o nietos.

La economía está en guerra.

Una guerra que debe ser librada y en la que debemos prevalecer. Hay que superar el miedo y actuar; seguir andando, por que solo caminando llega uno a su destino.

Cuando era un adolescente, mi padre me regaló un libro del sabio taoista Lao Tsé; un filosofo chino que nació hace más de 2000 años; ¿Quién le diría a este buen hombre que su nombre aparecería en un blog?

A través del Tao Te Ching (que tengo ahora entre mis manos en la edición de bolsillo que me regaló mi padre) empecé a familiarizarme con el pensamiento oriental, que busca el conocimiento sin huir de la contradicción, génesis de una verdad diferente a la del pensamiento occidental.

En las palabras de este taoista, uno puede encontrar su pensamiento sobre las virtudes del hombre sabio y recetas dirigidas a los gobernantes para regir los destinos de su pueblo.

Algunos fragmentos del pensamiento oriental nos pueden ayudar a no desesperar en esta guerra a la que nos enfrentamos.

«El Sabio viste una tela burda
Y lleva jade en sus pliegues»

La humildad esconde sabiduría.

No somos imprescindibles para nuestra empresa; no somos peores profesionales por haber sufrido un ERE. Si perdemos el empleo o los negocios no nos funcionan, debemos enfrentar esta mala racha con humildad, que nos llevará a no desesperar ni autocompadecernos. Tenemos jade, oro, estudios, experiencia en los pliegues de nuestras ropas. Hay que levantarse y seguir. El cambio no es malo en si mismo

«Aquel que conoce a los demás es un erudito;
Aquel que se conoce a sí mismo es un sabio.
Aquel que conquista a los demás, tiene
músculos fuertes.
Aquel que se conquista a sí mismo es
poderoso.
Aquel que se haya satisfecho es rico.
Aquel que es decidido tiene fuerza de
voluntad.
Aquel que no pierde su centro, perdura.
Aquel que muere pero su poder queda,
Tiene larga vida.»

Autoconocimiento; la clave de la victoria. Es un buen momento para analizar nuestra situación laboral, nuestras virtudes y nuestros defectos y sacar el máximo provecho de nuestras habilidades. Las penurias económicas pueden destrozar nuestra calma, pero también nos pueden servir para endurecer nuestro espíritu y hacernos más fuertes.

«La fama o nosotros mismos, ¿qué es lo que
amamos más?
Nosotros mismos o los objetos materiales,
¿qué tiene más valor?
La pérdida (del yo) o posesión de los
objetos, ¿cuál es el mayor mal?

Por lo tanto: El que ama más, da más,
El que acumula mucho, pierde mucho.
El hombre contento no tropieza con la
desgracia;
Aquel que sabe cuándo parar, no entrará
en riesgos,
Y perdurará largo tiempo.»

Da mucho que meditar este fragmento; sonará a chino a muchos gobernantes, directivos de multinacionales y financieros que nos han llevado a este pozo en el que nos hayamos.
Pero ahora es un buen momento para que todos entendamos que lo importante somos nosotros y los nuestros, no lo que tenemos o hemos perdido. La riqueza y las posesiones no miden nuestra valía; el afecto que nos tienen nuestros amigos y familiares es mucho mejor indicador.

«Yo tengo tres tesoros:
Los guardo y los mantengo seguros:
El primero es Amor.
El segundo es, Nunca demasiado.
El tercero es, Nunca se es el primero en el mundo.

Teniendo amor, no se tiene temor;
No haciendo mucho, se tiene amplitud
(o reserva de poder);
No queriendo ser el primero en el mundo,
Puede desarrollarse el talento y madurarlo.

Si se abandona el amor y la intrepidez,
Se abandona la limitación y reserva de
poder;
Se abandona el seguir atrás y se corre al
frente;
Y se muere!
Porque el amor es victorioso en el ataque
E invulnerable en la defensa.
Y nunca se verá destruido.»

Amor, paciencia, mesura y humildad, unas armas afiladas y mortales en buenas manos.

El Sol volverá a salir mañana, esta crisis se superará. Con esfuerzo y sacrificios, ciertamente, pero una vida sin lucha es una vida muy aburrida, no?

Os invito a sumergiros en la lectura de los pensadores chinos del pasado. Desde Lao Tsé hasta Sun Tzu; cada libro conduce a otro y cada nueva lectura enriquece nuestra forma de pensar, que de tan occidental se queda corta.

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