Maquiavelo financiero
Niccolò Machiavelli, humanista nacido en la República de Florencia en 1469 ha influido de tal manera en el pensamiento político mundial que ha propiciado la creación de un vocablo nuevo, el maquiavelismo, utilizado para referirse a un “modo de proceder con astucia, doblez y perfidia”.Injusta proyección de su pensamiento, ya que en el fondo Maquiavelo es un intérprete fiel de la realidad política a la que aspira el hombre del Renacimiento, que busca romper con los moldes medievales, estáticos y cerrados a toda lógica.
Veamos si el conocimiento vertido en su obra “El Príncipe” puede ayudarnos en algo en nuestras finanzas diarias.La economía y la política son dos disciplinas íntimamente relacionadas, hasta el punto de que sin conocimientos de los efectos económicos de las decisiones políticas se llegan a perder elecciones. En épocas de crisis económicas, la estabilidad de los gobiernos se puede ver amenazada, al igual que economías completas se pueden venir abajo por los cambios de regímenes y la inestabilidad jurídica que conllevan. Al igual que los estados, nuestras finanzas personales dependen de decisiones “políticas”que podemos tomar en nuestro entorno más inmediato.
Es necesario para quién disponga de una República y ordene leyes en ella dar por supuesto que todos los hombres son malos, y que hacen uso de la maldad de su alma cada vez que tienen ocasión de ello
En base a esta consideración de partida, la obra de Maquiavelo orienta al gobernante para que sea más temido que amado. No nos dejemos llevar por el rechazo que esta premisa nos produce a primera vista; en realidad, es una simplificación de la realidad. Los individuos pueden ser excepcionales y malvados, pero hasta en economía se considera que las masas actúan maximizando su beneficio y minimizando sus costes.El egoísmo puede ser canalizado por normas del estado hacia un bienestar colectivo si se entiende el comportamiento humano. Negar lo que no nos gusta de nosotros mismos no hace que desaparezca, muy al contrario, lleva a legislar y actuar de forma inadecuada y a acrecentar los efectos perversos.
Mucho daño ha hecho creerse lo que defendía Rousseau; si se cree que el hombre actúa bien por naturaleza, no se hace nada para evitar el mal comportamiento. Y éste es más fácil que aflore.Tal vez usted sea una persona ingenua y con buena fe, lo que llamaríamos una buena persona. Pero si alguna vez ha avalado a un amigo o le ha dejado dinero, podría ser que haya aprendido que ser buena persona no está reñido con ser prudente.
La primera y, a mi modo de ver, la principal enseñanza financiera que nos proporciona Nocolás Maquiavelo es la desconfianza. Entendida en su acepción de prepararse para lo peor para evitar que ocurra. Si le solicitan un aval para un préstamo personal, diga que no salvo que el objeto de la financiación sea para usted muy razonable o perentoria. Lo mismo si le piden directamente dinero.
Si quieren que avale una hipoteca, sugiera que en lugar de avalista sea usted titular de la hipoteca y de la vivienda en la proporción justa. Si el avalista no paga responderá usted, por lo que al menos resérvese parte de la propiedad de la vivienda.
Se le atribuye la máxima “el fin justifica los medios”, si bien nunca lo expresó de esta forma, ya que dijo:
Procure, pues, un príncipe conservar y mantener el Estado: los medios que emplee serán siempre considerados honrosos y alabados por todos
Financieramente este concepto puede ser mal aplicado, ya que no todo vale para hacerse rico. Lo que si deberíamos tener claro es que debemos ser capaces de utilizar todos los medios que estén a nuestro alcance y sean legales y morales si queremos proteger el patrimonio familiar.Puede servirnos Maquiavelo para prevenirnos de la facilidad con que se pueden perder los principados nuevos adquiridos con las armas ajenas:
Aquellos que sólo gracias a su fortuna se convierten de particulares en príncipes, con poca fatiga lo hacen, pero con mucha se mantienen… los Estados que surgen de repente, como todas las demás cosas de la naturaleza que nacen y crecen con prontitud, no pueden tener las raíces y adherencias necesarias, de modo que el primer choque de la adversidad los arruina
Casi directo es el símil con los que se han hipotecado en las épocas de crédito abundante y con el aval de los padres. Muchos hipotecados inexpertos asumieron una gran responsabilidad sin ser conscientes de ello. Y ahora, cuando las cosas vienen mal dadas, los impagos se acumulan destruyendo el aparente modo de vida regado por una espuria abundancia.En las finanzas personales, al igual que en la política renacentista, más vale equivocarse por demasiado precavido que por exceso de confianza.
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