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Entre las últimas reseñas y entrevistas en medios online en relación a mi primer libro “La banca culpable“, puedo mencionar:

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En unos momentos tan complejos para la economía española, con miedos racionales e irracionales al rescate del país, quiebras de bancos, corralitos a la española, salida de euro, prima de riesgo en máximos, etc, etc, el ciudadano se siente confuso y asustado.
Desde mi punto de vista, España es un país capaz de generar riqueza y salir fortalecida de esta brutal crisis. Sin embargo el ciudadanos sufre y sufrirá sus letales consecuencias, con cifras de paro desbocadas, bancos que no paran de desahuciar familias, productos tóxicos mal vendidos que arruinan al pequeño ahorrador (participaciones preferentes, canjes por acciones ruinosos, cuotas participativas de la CAM…). Los contribuyentes pagaremos vía impuestos la factura por la mala gestión bancaria y a cambio recibimos menos Estado del Bienestar.
Con un escenario tan difícil, lo mínimo que le debemos exigir a políticos y resto de portavoces de los agentes económicos implicados es que nos expliquen claramente la situación y las soluciones que van a adoptar, para que el ciudadano sepa que su dinero está siendo bien utilizado y que se cuenta con ellos. A fin de cuentas, en mi tierra tenemos un dicho:
Qui paga, mana“, es decir, quien paga, manda.
Sin embargo en España los gestores de la res publica nos tratan como a idiotas, con declaraciones que o son falsas o demuestran la incapacidad del que las hace.
Sobre todas estas cuestiones escribí en la tribuna de Expansion.com:
Y en Euribor Blog:

No era un secreto que Goldman Sachs, al igual que gran parte del sistema financiero mundial, estaba virando de ser un agente económico útil que transforma el ahorro de los ciudadanos, empresas y sector público en inversión y consumo rentables para la economía, a una máquina de generar riqueza para el banco.

Ya en Salvados critiqué este cambio de hacer negocios de la banca, dejando en último lugar al cliente y sus necesidades. Ahora un directivo de Goldman Sachs hace lo propio con esta entidad de 143 años de antigüedad, en The New York Times.

Me es muy grato apreciar como cada vez más los medios de comunicación tradicionales se preocupan por dar una información de mayor calidad e independencia sobre la banca, los productos financieros y la cultura económica en general.

Aparte de los últimos programas de TV, Salvados y El Gran Debate, con varios millones de espectadores cada uno, he podido aportar mi granito de arena a la cultura financiera de este país en otros medios, entre los que esta semana destaco:

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De todos es sabido que los bancos procuran no perder nunca en su oferta de productos financieros. En cierto punto, es normal y hasta deseable para el sistema financiero. Otra cosa es lo que acostumbran a hacer, que es ofertar productos financieros buenos para ellos y malos para los clientes.

Los fondos garantizados no son a priori un mal producto para el cliente si aseguran una rentabilidad mínima aparte del capital a vencimiento. El Banco Sabadell ha anunciado a bombo y platillo la comercialización de su fondo garantizado Sabadell BS Garantía Fija 10, que ofrece una rentabilidad del 4,4% TAE a 3 años. Sería un excelente producto si no fuera porque, como siempre, tiene una letra pequeña que hay que ser economista para entender a la primera. Señores banqueros, los clientes quieren productos rentables, sí, pero transparentes y lo más fáciles de entender posibles.

Una escritura de préstamo hipotecario en la que existe una cláusula de suelo al 2,90% y una de techo al 15% es a todas luces injusto. En base al sentido común y, en principio, según los tribunales de justicia. Sin embargo, hasta que no llegue algún caso al Tribunal Supremo tendremos que convivir con esta cláusula que huele a abusiva. ¿Hasta cuándo los bancos seguirán tomando a sus clientes como tontos?

En el mismo sentido de crítica a la política de las entidades financieras con sus clientes, a los que tratan como meros productores de beneficios a corto, he tratado en Euribor Blog de la nueva figura del director de sucursal que algunos bancos están diseñando: el director mindundi. No pretendo faltar a los directores profesionales, ni mucho menos. Busco faltar a los directivos de las cúpulas a los que sus clientes les importan un comino. ¿Un director de banco que no puede conceder descubiertos puntuales a sus buenos clientes? lamentable.

En la semana que dejamos atrás he tratado el complejo tema de los funcionarios y su utilidad pública. Al contrario de lo que algunos sectores intentan hacer creer a la opinión pública, yo creo que los funcionarios tienen que verse como una inversión, no un coste a reducir sin más.

El sistema es lo que no funciona, dar la culpa a los funcionarios de no ser productivos es como culpar a los empleados de una empresa de no trabajar. ¿Acaso no es responsabilidad de los directivos incentivar, motivar y sancionar en caso de incumplimiento a sus trabajadores?

El problema es que los jefes de los funcionarios han sido políticos ineptos o interesados en dejar que todo vaya mal. Y ahora estos mismos políticos bajan el sueldo a los funcionarios, castigando por igual a los funcionarios abnegados y a los gandules.

También en Euribor Blog hemos comentado el hipotético y futurista mundo en que el dinero fuera tiempo vital.

Por otra parte, en FinancialRed hemos comentado la previsible caída de cotización de las acciones de las entidades financieras que permutan participaciones preferentes por acciones y escrito nuestra particular carta a los Reyes Magos banqueros.

Por otra parte hemos analizado las rentabilidades que ofrecen los planes de pensiones y los fondos de inversión garantizados.

En Euribor Blog esta semana he opinado sobre las consecuencias de la creciente (y a mi modo de ver sistémica) incertidumbre económica en el marco laboral del futuro.

El paradigma de un patrón que dirige a los obreros a cambio de un sueldo se está desmoronando, a mi modo de ver. La razón básica es que el empresario ya no puede garantizar a sus empleados un trabajo indefinido de por vida; cada vez más empresas cierran sin haber cumplido las décadas necesarias para que sus empleados se hayan jubilado en ellas, además de que el sistema productivo ha dejado de proporcionar al trabajador una estabilidad en la misma empresa durante toda su vida laboral. A los jóvenes se les ofrece contratos precarios (si se les ofrece algo) y a los que sobrepasan los 40 se les condena al ostracismo.

Todo parece malo para el trabajador por cuenta ajena en el futuro laboral que estoy desgranando; sin embargo las empresa no se van a salvar de las consecuencias de no poder o querer ofrecer estabilidad a su fuerza laboral. Los obreros que quieran un futuro mínimamente próspero van a tener que cambiar de mentalidad, pasando de verse como obreros a ser profesionales casi independientes; si nuestra empresa no nos garantiza un trabajo estable, tendremos que formarnos y prepararnos para poder trabajar inmediatamente en otra empresa.

Ello conllevará una constante formación y un contacto constante con el resto de empresas y proyectos, por si hay que cambiar de empleo; menos fidelidad a una empresa y mayores sueldos exigiremos (para compensar la inestabilidad y ahorrar para los periodos de desempleo). Y menos sometimiento a las directrices de la empresa, si no nos proporcionan carreras interesantes que aumenten nuestra empleabilidad.

Las grandes empresas querrían empleados hiperproductivos, con bajos sueldos y disponibilidad absoluta, fáciles de despedir si dejan de resultar beneficiosos para la cuenta de resultado. Sin embargo, el profesional de su propio trabajo, con la ayuda de las nuevas tecnologías a su alcance, puede que sea capaz de cambiar las tornas.

Desde luego, lo que sí recomiendo a cualquier persona es que se forme constantemente, en varias áreas diferentes y esté en constante comunicación con el resto de profesionales y empresarios del sector. Si la empresa no nos garantiza estabilidad, que pague por ello (en sueldo, formación y contactos).

La guerra ha empezado; preparaos para la victoria. Y Feliz Navidad!

 

Esta semana he dejado una estela de desastres relacionados con productos financieros que la banca de sucursales de todo a 100 ha producido. Algunos de los infortunios que están sufriendo ahorradores e hipotecados parece que podrían deberse a que en las cúpulas directivas hay monos locos tomando decisiones.

Tenemos por una parte a los crédulos ahorradores que invirtieron en las cuotas participativas de la CAM (una especie de acciones de cajas de ahorro pero peores) creyendo que eran un producto similar en riesgo a un depósito a plazo fijos. Ahora descubren que, a no ser que el Banco de Sabadell haga algo, valen cero.
Otros clientes bancarios que deben haber descubierto a golpes que no hay que escuchar al director de sucursal cuando vende productos son los de Banco de Valencia, ahorradores que compraron participaciones preferentes y obligaciones subordinadas. Tampoco estarán muy contentos los que invirtieron en acciones de la entidad.

Los que tienen participaciones preferentes del BBVA, Sabadell, Santander o CaixaBank tampoco saltan de alegría, al descubrir que sus “depósitos” son en realidad renta fija perpetua que no se puede vender sin pérdidas en el mercado secundario. A estos los bancos les ofrecen canjearlas por acciones, obligaciones convertibles o deuda subordinada a largo plazo; no por hacerles un favor, sino por Basilea III y evitar que les quemen las oficinas. Otro caso de juzgado de guardia son los bonos patrióticos; los bancos que los comercializan no se fían de las administraciones para concederles crédito, pero están encantados de encasquetar bonos de las CC.AA. a sus clientes, previa jugosa comisión.

Los bancos y cajas vendieron productos complejos sin la debida información y, en ocasiones, con el engaño de una aparente semejanza con los depósitos a plazo fijo. Lejos de admitir sus errores y reformar completamente el sistema de comercialización de sus sucursales, lo que hacen es intentar tapar un mal asesoramiento con otro producto que tampoco es el que interesa al cliente. ¿Nada han aprendido las entidades financieras de esta crisis? 

Esperemos que sus clientes, que hayan aprendido que no pueden dejar sus decisiones financieras en manos del director del banco.

En esta semana que dejamos atrás hemos tratado en el Blog del Euribor, una vez más, sobre la integridad de la moneda única y lo que están haciendo los gobiernos europeos para garantizar el euro.

Como veremos, se han hecho pasos positivos hacia una mayor integración fiscal que, por desgracia, distan de proporcionar la estabilidad necesaria para que el euro esté garantizado.

Os dejo un fragmento de mi opinión sobre el tema, que se puede leer completa en “Acuerdos de Europa, ¿aseguran la supervivencia del euro?“:

Los gobiernos de la Unión Europea se han reunido y han aprobado una serie de acuerdos que, según plasman los medios de comunicación, implican una determinada integración fiscal que complemente la coordinación absoluta de la política monetaria que implica la moneda única.

Veamos que acordaron y que, en mi opinión, soluciona la firma del compromiso europeo. ¿Evitarán estas medidas la desintegración del euro?

Los ejes del acuerdo europeo (ver en PDF), en que Gran Bretaña ha decidido no participar, son:

  • La consolidación de una “confraternación fiscal”, acuerdos basados en la disciplina fiscal y una mayor integración económica, tímido avance hacia una necesaria integración fiscal. El Consejo Europeo lo llama “unión de estabilidad presupuestaria“.
  • A más corto plazo, se tratan medidas para dotar de mayor agilidad al FEEF (Fondo Europeo de Estabilidad Financiera), si bien se posterga para marzo de 2012 la decisión de aumentar el techo de 500.0000 millones de euros de que dispone para actuar. Los estados miembros de la UE harán aportaciones en forma de préstamos bilaterales al FMI (Fondo Monetario Internacional) por un importe de hasta 200.0000 millones de euros, para aumentar los recursos de que dispone para luchar contra la crisis.

De las entidades financieras que se dedicaban a reunificar deudas y préstamos, ya no queda ninguna operando en España. Salvo, tal vez, UCI, que si bien no está especializada en reunificaciones sino en compra-ventas, estudia este tipo de operaciones de reestructuración financiera familiar. Banco Primus, que ofrecía hipotecas a 62 años (si bien dudo que concediera muchas de este plazo, ya que el cliente debería tener sólo 18 años) abandona el negocio en España; esta entidad financiera también ofrecía un producto de compra-venta.

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