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Os dejo dos entrevistas que me han hecho últimamente en los dos periódicos en castellano de referencia en las Illes Balears, el Diario de Mallorca y Ultima Hora.
Ya analice de forma rápida algunas propuestas económicas de Podemos que, sinceramente, creo que no Pueden.
Rocío García González, licenciada en Derecho, Master en Dirección de Comunicación Empresarial e Institucional y Experta en RSC se dedica a promover proyectos sociales como la
implantación de la Renta Básica Universal y la protección de los derechos delos animales, ha escrito un libro cuya temática sin duda nos interesa a todos: aprender a disfrutar de la vida sin que el dinero nos limite más de la cuenta.
Unir economía y espiritualidad, que es lo que nos cuenta que pretende con esta obra, es algo que en este blog hacemos también, cuando tenemos ocasión.
Da la casualidad, además, de que Rocío trabajó también como empleada de banca durante más de diez años para las principales entidades del país así como en varias Fundaciones Privadas.
Vivir con un puñado de euros
La sinopsis de esta obra ya nos abre el apetito por su lectura desde la primera línea:
Es hora de comprender que para vivir como un rey no es necesario tener mucho dinero. Se trata de valorar lo que tenemos y disfrutarlo, de mirar con ojos nuevos lo que antes pasaba desapercibido, de vivir el presente, el día, el segundo.
Olvidad todo lo que os han contado y sumergiros en estas páginas donde os enseñaré a establecer las prioridades de vuestra vida y a simplificarlas, a cambiar vuestra actitud con el dinero, a modificar vuestro chip, a conseguir la libertad financiera para poder hacer con vuestro tiempo lo que más os gusta, a cuidaros por dentro y por fuera con muy poco dinero, a conseguir ingresos que no dependan del trabajo, a replantearos trabajar por vuestra cuenta, a jugar con la vida, sentir, leer y disfrutar, a ser responsables con vuestro entorno, a atraer la abundancia a vuestra vidas, y a adelantaros cómo funcionará la nueva economía que ya ha llegado.
Os recomiendo sumergiros en su lectura, a la que podéis acceder haciendo click en la imagen del libro:
La crisis económica está creando un estado de opinión, además de las ya dramáticas situaciones personales de cada uno, que alimenta la generación de determinados sentimientos y rutinas mentales que afectan, de una forma u otra, a nuestra salud mental.
Las enfermedades mentales, sean desordenes pasajeros o duraderos, son las más desconocidas y estigmatizadas a las que un paciente debe enfrentarse, al menos en países como el nuestro. Gran parte de esta distorsión se debe a nuestra incultura en este tipo de materias, otra importante culpa la tiene un relativo atraso en la investigación médica y psicológica, y en menor medida abusos de algunos al fingir dolencias. Vamos a dar unas pinceladas a la relación entre la crisis financiera y la estabilidad emocional, aprovechando que en un rato estaré dando una charla junto a otros expertos en economía y psicología en el Centro Yoima.
Emociones de la crisis económica
- En España hay que pagar las deudas.
- Quisimos vivir por encima de nuestras posibilidades.
- Los preferentistas buscaban duros a cuatro pesetas.
De las dolencias a las enfermedades mentales
Debido al desconocimiento sobre las patologías mentales, mucha gente no sabe distinguir entre un pensamiento negativo, una personalidad disfuncional o una verdadera enfermedad mental. Cada proceso mental negativo tiene un tratamiento diferenciado, en algunas ocasiones complementario y en otras no.Un pensamiento negativo intrusivo y continuado, los pensamientos automáticos, puede aprenderse a eliminar con terapia cognitiva. Una personalidad depresiva o la personalidad melancólica de Tellenbach, requiere de cambios importantes en nuestras rutinas diarias, además de terapia más profunda. Una enfermedad mental, como la depresión mayor, requiere de un tratamiento médico, además de terapia y cambios en nuestra vida. En el siguiente enlace en PDF nos explican los síntomas que el DSM IV tiene en consideración para diagnosticar la depresión mayor, enfermedad grave pero curable si nos la tomamos en serio y somos buenos pacientes.
Estar enfermo mentalmente no es nada malo (moralmente hablando); lo que hay que hacer es tomárselo muy en serio y acudir a un médico especialista, lo antes posible.
Sentimientos en economía
«Por más egoísta que quiera suponerse al hombre, evidentemente hay algunos elementos en su naturaleza que lo hacen interesarse en la suerte de los otros de tal modo, que la felicidad de éstos le es necesaria, aunque de ello nada obtenga, a no ser el placer de presenciarla.»
Su obra es un interesante análisis de los sentimientos y su influencia en nuestra conducta. De la importancia que da a éstos podemos leer:
«La sociedad y la conversación, pues, son los remedios más poderosos para restituir la tranquilidad a la mente, si en algún momento, desgraciadamente, la ha perdido; y también son la mejor salvaguardia de ese uniforme y feliz humor que tan necesario es para la satisfacción interna y la alegría.»
Pese a esta obra y el pensamiento humanista que en ella hay, a Smith la mayoría de economistas lo conocen por la ‘Riqueza de las naciones’ y su famosa disquisición sobre las agujas o el concepto de la mano invisible del mercado (sobre las bonanzas de la división del trabajo y de la regulación automática del mercado).
Spock sería menos inteligente que los humanos
Dylan Evans, investigador del Departamento de Ingeniería Mecánica de la Universidad de Bath cuando publicó su imprescindible libro ‘Emoción, la ciencia del sentimiento’, analiza las emociones y su utilidad desde un punto de vista científico. Ya en las primeras páginas de su libro nos deja clara su postura: las emociones no son superfluas, son imprescindibles para nuestra supervivencia.
Del personaje de Star Trek nos dice que vulcaniano jamás habría sido más inteligente que seres con emociones influyendo en sus decisiones, por la sencilla razón de que estaría incapacitado para evolucionar.
Muchos autores actuales, uno de los más conocidos sería Daniel Goleman, discuten sobre la importancia de nuestras emociones y sentimientos en la toma de decisiones socialmente óptimas.
¿Cuáles son las emociones básicas?
Dylan Evans considera que, en base al consenso de la mayoría de investigadores, podríamos definir 6 emociones comunes a cualquier cultura humana. Yo añadiría que a multitud de animales, sin ser un experto en el tema (en la alegría que sienten mis perritas al llegar a casa sí soy un verdadero sabio, que conste). Estas emociones comunes a todo ser humano serían:
- Alegría. Por ejemplo al practicar sexo, que aumenta las probabilidades de transmitir nuestros genes.
- Aflicción. Que nos ayuda a evitar determinadas situaciones nocivas para la reproducción de la especie. Vale la pena destacar que las lagrimas emocionales son exclusivas del ser humano, que no el sentimiento en sí.
- Ira, que prepara el organismo para la lucha.
- Miedo. Asustarse nos prepara para la huida.
- Sorpresa. Esta emoción nos hace detenernos y prestar atención a un foco, mientras que el cuerpo se prepara para un eventual cambio de dirección.
- Repugnancia. Una emoción que nos hace evitar determinadas cosas que podrían ser infecciosas o venenosas.
Incluso en los bebés ciegos de nacimiento podemos encontrar expresiones faciales típicas de estas emociones. Otra cosa es que haya emociones específicas de cada cultura, como la que muestran los gururumba de Nueva Guinea, conocida como la «condición del jabalí», cuya expresión es correr de manera salvaje, saqueando y atacando al que se les cruza. Este tipo de emociones culturales no entrarían en el grupo de las básicas. En todo caso, las diferencias son cuestión de grado, no absolutas.
¿Y el amor?
¿Es el amor romántico una emoción básica o se asemeja más a la «condición del jabalí»?
Para responder a esta pregunta que a cualquier enamorado le surgiría, y a cualquiera que anhelara estarlo, tendríamos que referirnos a otra categoría, entre las emociones básicas y las culturales, que podrían ser universales, pero con un componente cognitivo que produce que haya mucha variabilidad cultural en su concreción. Estas emociones cognitivas superiores serían:
- Amor.
- Culpabilidad.
- Vergüenza.
- Desconcierto.
- Orgullo.
- Envidia.
- Celos.
Si las emociones básicas tienen un claro componente evolutivo relacionado con la supervivencia, esta segunda clasificación tiene más que ver con la importancia de vivir en sociedad en el desarrollo de los colectivos humanos.
Para el economista Robert H. Frank las emociones anteriores ayudan a resolver distintos «problemas de compromiso». Su visión la plasma en su obra ‘Passions within reason‘. Como resume perfectamente este blog:
«De esta manera, las emociones alteran las recompensas de los problemas de compromiso trayendo al presente costes lejanos que no habrían aparecido en los cálculos racionales. La rabia frena a los transgresores, la culpa hace doloroso engañar para el tramposo, la envidia representa el autointerés, el desprecio se gana el respeto, la vergüenza castiga y la compasión provoca compasión recíproca. Y el amor también es la solución al problema del compromiso. El amor nos compromete en una relación, relación que es necesaria para sacar un hijo adelante. Sin amor, utilizando solo la razón, estaríamos cambiando de pareja siempre que encontráramos otra que mejorara a la nuestra en algo. Ya sabemos que el amor no dura mucho, pero en cualquier caso más que la lujuria y en muchos casos, como ha estudiado Helen Fisher, unos 4 años, tiempo suficiente para criar un niño.
El punto de Robert Frank es que las emociones (sentimientos morales) en situaciones de compromiso o de problemas del tipo del dilema del prisionero, nos permiten elegir al compañero adecuado para jugar el juego.»
Homo economicus
¿Qué nos dice la economía que es el hombre en su vertiente económica?
La obra de Anxo Penalonga del mismo título, trata de dar una explicación del mundo a través de la economía. Nos dice Penalonga que en economía se supone que el hombre toma decisiones en base a un comportamiento racional, eligiendo las opciones que le reporten mayor beneficio, utilidad o bienestar (utilitarismo). Según esta visión del mundo, nos movemos por nuestro propio interés y, sin pretenderlo, ayudamos al progreso de la sociedad. El Homo economicus, término acuñado en el siglo XIX.
El Homo economicus, forma de simplificar al hombre y poderlo incorporar a los modelos matemáticos, es también: un tonto racional (Amartya Sen, premio Nobel de Economía en 1998), un ser codicioso, desconfiado, competitivo, irreflexivo, desmemoriado, bienintencionado y soñador, en palabras de Penalonga.
Al final, ¿resultará que el modelo de comportamiento humano que utilizamos los economistas es poco racional y muy tonto?
Esta visión ha sido muy criticada por variadas razones, entre las que podemos citar:
- La información para tomar decisiones no suele ser completa, además de que no todos podemos hacer el mismo uso de ella, en base a nuestra formación y forma de pensar. ¿Acaso una persona mayor sin cultura financiera podía entender el contrato de participaciones preferentes, o incluso saber qué se lo tenía que leer para evitar ser engañado?
- Las decisiones racionales sin sentimientos no son tan racionales como parecen, como hemos explicado en este artículo. Un Homo Economicus no sería de fiar, no ayudaría a ONG, no sería voluntario de nada, no tendría amigos.
- La utilidad personal difiere según las culturas, la sociedad y la economía de cada zona. Cada persona tiene necesidades, valores y motivaciones distintas, que provoca que tomen decisiones diferentes sobre un mismo tema.
Sentimientos y economía, dos mundos íntimamente relacionados y desconocidos por cada uno de los que estudian por separado estos aspectos del ser humano (y no humano).
Papel de los sentimientos en la realidad económica actual
La ausencia de educación en materia de inteligencia emocional, tanto de los más jóvenes como en el mismo ámbito educativo, ha propiciado un tipo de trabajador, consumidor, votante, contribuyente, empresario, profesional y político cuyas acciones individuales y colectivas nos han llevado a la mayor crisis económica que nuestra generación ha vivido.
Si bien el grado de responsabilidad es muy diferente, como vengo repitiendo siempre que puedo, no es menos cierto que cada uno de nosotros tiene algo que ver en la situación global.
El votante que ha seguido votando a políticos que sistemáticamente le han engañado, a malos gestores del bien común e, incluso, a corruptos presuntos y no tan presuntos. Si no somos capaces de sentir culpa, vergüenza o desconcierto cuando votamos reiteradamente al que no se lo merece, acabamos teniendo políticos mediocres o que no trabajan para sus votantes, sino para su partido y para su propio beneficio.
El consumidor; concretamente incidiré en el cliente bancario, que lejos de sentir recelo por un bancario que hacía de vendedor, firmaba contratos de preferentes o escrituras de préstamos hipotecarios sin leer ni entender la letra impresa. Llevados por un sentimiento de pertenencia a su banco, o creyendo que el empleado del banco era su amigo por el simple hecho de hablar con él o tomarse un café, ha dejado en manos del que le vendía el análisis de la conveniencia del producto financiero.
Contribuyentes que no han pagado los impuestos que le correspondían, llevados a veces por la envidia a los defraudadores. Otras veces por el recelo a los que gestionan este dinero.
Los trabajadores, cuya mentalidad de hacer lo menos posible, en ocasiones, les ha llevado a no formarse lo suficiente por si perdía su trabajo, a no producir de la mejor manera posible, a no tratar al cliente como la base del negocio que le proporciona sus ingresos.
Los empresarios, con un ejemplo nefasto relacionado con los bancos. Dado que se les ha enseñado que una empresa ha de maximizar su beneficio, obviando en su formación académica y empresarial otras funciones de una empresa en una sociedad moderna, han comercializado productos de inversión de alto riesgo como las obligaciones subordinadas o participaciones preferentes, o han concedido crédito a familias a sabiendas de que les sería muy difícil su devolución. En lugar de mostrar ahora vergüenza o culpabilidad, los vemos en los medios de comunicación alegres y sorprendidos de que el vulgo les señale con el dedo.
Somos unos analfabetos sentimentales, al igual que financieros. Y así nos va.
Acabamos de mencionar a todos los personajes y elementos necesarios en la estafa de los trileros:
Los policías
La policía que no investiga, ni sanciona, la CNMV y el Banco de España. Para ser justos, tal vez más que señalar a los policías de calle y comisaría, los inspectores del Banco de España y personal de la CNMV, tendríamos que señalar a sus jefes y a los que los pusieron en sus sillas. Podemos leer en este documento fechado en el 26/05/2006 como los inspectores del Banco de España ya alertaban de la burbuja crediticia que nos iba a estallar en las caras de todos los contribuyentes. O cuando afirmaban en el 2013 que la falta de ejecutivos expertos en riesgos financieros en la cúpula del Banco de España ha facilitado que se comentan errores graves y la injerencia. «Se ha actuado de un modo condescendiente con la mala gestión», apuntaban.
La bolita
En todo juego de trileros no pueden faltar cubiletes y una bolita que el crédulo jugador ha de encontrar. En este caso, la bolita sería un depósito a plazo o una hipoteca concedida de forma responsable. Y lo que en realidad acaba contratando son productos de ahorro tóxico o préstamos hipotecarios de riesgo.
En relación a la bolita de las hipotecas de alto riesgo, decir que por mucho que se culpabilice al endeudado con argumentos peregrinos del tipo ‘querían vivir por encima de sus posibilidades’, la bolita era la hipoteca y el truhán el banco. Con ello no quiero decir que no tengamos que ser personas adultas y asumir nuestra responsabilidad individual, pero para ofrecer hipotecas de riesgo adecuado, se deberían comercializar hipotecas a tipo fijo o un tipo variable referenciado al IRS, con revisiones cada 5 años y la posibilidad de cuota constante a cada revisión. Y con la opción de elegir la dación en pago, asumiendo el posible coste superior del préstamo. Las hipotecas a tipo variable son de alto riesgo, a la que sube el euribor o la situación económica genera desempleo.
También se han usado cubiletes para esconder el depósito a plazo fijo tradicional por productos de ahorro tóxicos, en mayor o menor medida. Unos tóxicos de necesidad y otros virulentos para determinados perfiles de clientes. De menor a mayor toxicidad, podríamos citar:
- Los fondos de inversión «garantizados», que son tóxicos si el cliente no tiene una buena cultura financiera.
- Los bonos ordinarios, que son tóxicos de necesidad cuando los emiten bancos como el quebrado Lehman Brothers y los comercializan nuestros bancos y cajas sin alertan al cliente del peligro.
- Las obligaciones subordinadas, de naturaleza idéntica a los anteriores productos de renta fija con un peligro añadido: si se liquida la entidad, se cobra después de los acreedores ordinarios. Las habituales son temporales, pero hay de perpetuas, que se asemejan a los siguientes productos híbridos.
- Participaciones preferentes, producto híbrido entre renta fija y variable, perpetuo, complejo, que no da derecho a voto pero que no remunera si el banco o caja da pérdidas y que, encima, solo es preferente respecto a los accionistas, últimos de la cola, si cierra el banco. Y en el caso de las cajas de ahorro ni eso: se cobra el último junto a la Obra Social.
- Y el peor de la clase con las cuotas participativas, como acciones pero sin derecho a voto, creadas para las cajas. El único trilero que las colocó fue la CAM, perdiendo todo su valor al ser liquidada (lo que ha comprado el Banco Sabadell es el Banco CAM, no la caja).
Los trileros
Se ha señalado al director de banco y demás empleados de oficina, cuando el verdadero trilero está escondido. El jefe de la banda no está en las oficinas, está en sus áticos de lujo.
Eso no implica que cada uno de los bancarios deba asumir su culpa como profesional, si no ha hecho bien su trabajo. Del director de banco de toda la vida escribí hace tiempo, escrito que llamó en su momento la atención del equipo de Salvados.
Los jugadores
En el juego de la banca, no se gana nunca. El banco sabe más que nosotros y, además, es un mercado muy imperfecto, con pocos competidores que lo tienen fácil para colaborar, como queda claro actualmente con el pacto de no agresión en la rentabilidad de los depósitos (que encima ha propiciado el Banco de España).
Sin embargo, a diferencia del juego de trileros, no nos queda más que jugar con la banca. Dado que somos jugadores forzosos y los trileros saben mucho más que nosotros, no cometamos al menos dos pecados del mal jugador:
- No saber jugar; no nos han enseñado cultura financiera en el colegio ni en la universidad (los economistas salimos sin saber de productos financieros, al menos en mi tiempo).
- Creernos que no es un juego. Mis lectores más críticos, los allegados, me dicen que en mi libro me repito mucho. Sin embargo, me repito porque quiero. Somos duros de mollera y hay que repetir muchas veces lo mismos para que lo creamos: los bancos no asesoran, venden. Y si vamos a comprar, a jugar, lo mínimo es que lo sepamos y no seamos unos confiados jugadores.
¿Algún día los bancos harán su trabajo, en lugar de jugar con nosotros?
Tal vez. Pero hasta este momento, seamos jugadores hábiles y desconfiados.
«Bien es verdad que la actora fue diagnosticada de Alzheimer en 2009, en el mismo año cuando se contrató por primera vez la inversión en preferentes. No queremos especular sobre el grado de influencia de esta afección de memoria en la decisión de inversión. Con todo, en la sentencia no se dice claramente quién de los dos octogenarios contrataba las preferentes en qué año y, en cualquier caso, teniendo en cuenta la realidad social parece que con independencia de quien finalmente firmara los documentos, la decisión era conjunta«.
Si el despropósito de este descubierto CESCO no fuera ya preocupante, sobretodo viendo que detrás de este grupúsculo de «defensores» del derecho del consumo está una Universidad, mi indignación fue máxima al leer su respuesta a las críticas merecidas. En una nota no firmada, no me extraña, responden (enlazo el texto desde RDMF, que el Cesco este lo quitará seguro un día u otro). Entre otras lindezas comentan:
«El Cesco siempre defiende y defenderá los intereses de los consumidores, pero no de los listillos que especularon a ser más listos que los demás, que quisieron comprar duros a cuatro pesetas mientras los demás los comprábamos por cinco, que si hubieran ganado en la especulación no hubieran repartido el premio, pero ahora quieren repartir la pérdida a contribuyentes, depositarios, accionistas de entidades del FROB, empleados de estas entidades en curso de irse a la calle por un ERE, a todos los españoles en general, no a la banca, porque no hay banqueros – distintos de contribuyentes y empleados – en la banca del FROB«.
La culpa de la crisis es que vivimos por encima de nuestras posibilidades. Argumento publicitario inquietante que pensaba ya nadie usaba sin avergonzarse de ello. No lo rebatiré. Simplemente les diré a los de Cesco que mejor les pidan responsabilidades a los que concedían los préstamos hipotecarios, auténticos inútiles en el análisis de riesgo. Siguen los genios del consumo responsable:
«El Cesco no es un ente financiado por el Estado, pero siempre ha puesto y pone sus servicios de consultoría y asesoría pro bono a disposición de Administraciones Públicas, asociaciones de consumidores y OMICs, prestando un servicio a los intereses consumeristas que está mucho más allá de donde llegan los «nuevos» amigos de los consumidores, los intelectuales de medio pelo, que andan detrás de la presa de las preferentes y los suelos a ver si cazan una parte del negocio que van generando los buenos y malos consumidores que litigan en los tribunales«.
Imagino que yo seré un «intelectual de medio pelo». Dinero he hecho poco defendiendo la razón, que no a los consumidores o a los bancos, reconocimiento público, algo. Pero salir por la TV no da dinero, salvo que seas Belén Esteban.
Tal vez que cree el ladrón que todos son de su condición, y cual espejo deformado, ve en los que intentamos arrojar luz a las tinieblas del sector bancario, unos aprovechados. Tampoco me importa, que ganen dinero los que hacen las cosas bien, que conste. Lo que me molesta es que se atrevan a calificar de «buenos y malos consumidores» a gente con problemas económicos y familiares graves, sean preferentistas o buena gente que no puede pagar su hipoteca. Vayan se a tomar viento, firmantes de esta ignominia llamada «CESCO RESPONDE A SUS CRÍTICOS».
De la UCLM reclamo que se mueva ficha para intentar retirar a todo profesional y directivo del centro este que se adhieran a la misiva anticordura financiera. O somos serios y arreglamos el desastroso mercado bancario en España, o nos callamos. Pero para decir tonterías, ya estamos los «intelectuales de medio pelo». Por cierto, prefiero que me llamen charlatán, se ajusta más a mis capacidades y aptitudes; como las de ustedes.
Les dejo un vídeo de El Gran Debate donde salía un chico de derechas defendiendo las bondades de los bancos y mi respuesta. Intoxiquen a la opinión pública lo que quieran, señores. Ya es demasiado tarde.
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