Hoy se ha hablado del estudio independiente de Oliver Wyman y Roland Berger que cuantifican en hasta 62.000 millones de euros el rescate a los bancos, que queda pendiente. Si fueran estimaciones acertadas, los 100.000 millones de euros del rescate financiero serían suficientes.
Sin ánimo de ser agorero, con la experiencia que tenemos en los diferentes informes, estos 62.000 millones del escenario peor podrían quedarse cortos.
Sin embargo, lo importante es no perderse en las cifras. Muchos de los bancos españoles han hecho un trabajo nefasto en cuanto al análisis de riesgo, destinando ingentes cantidades de dinero a un sector inmobiliario que se sobrecalentó. Y el supervisor no supo o quiso poner fin a esta actividad que nos ha ayudado a caer. Estoy más que convencido de que si, en lugar de grandes programas de análisis de riesgo y equipos humanos muy formados, hubieran utilizado al Gran Maestro Cheriff, la situación no sería peor.
La pérdida real es la banca española se sitúa entre 250.000 y 270.000 millones de euros.
El vicepresidente de la Comisión Europea, el socialista Almunia, se ha permitido señalar con el dedo a los bancos nacionalizados y decir que alguno podría ser liquidado si no presenta un plan de negocios solvente y no representa un riesgo sistémico.
En esta crisis cada vez vamos batiendo récords de errores garrafales y políticos alejando del concepto de estadista. Señalar a un banco es la forma perfecta de hacerlo cerrar, sea solvente o no, ya que el miedo provoca la fuga de sus depósitos. Espero y deseo que el señor Almunia y los genios de la Comisión no lo consigan.

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Es muy gracioso (o tragicómico) la forma que tienen algunos de afrontar sus responsabilidades: dando la culpa a los demás, más lamentable, si cabe, si el culpado es una víctima.
Cuando empecé a escribir sobre la responsabilidad de la banca en la concesión de créditos y la creación de la burbuja inmobiliaria, algunos me decían que tanta culpa tiene el banco como el que se endeuda.

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El domingo el premio Nobel Paul Krugman, un economista que se caracteriza por criticar el proyecto Europeo siempre que puede (será manía o razón), publica en The New York Times su opinión sobre el rescate de España.
Nos dice que todo el mundo podía predecir el rescate de España y que, a modo de comedia rutinaria, se rescata a los bancos y no se hace nada con el desempleo. Sin duda coincido en que un rescate  la banca sin apoyo a la economía real, austeridad sin crecimiento, no funciona ni funcionará.

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Oír al ministro de Guindos declarar que 100.000 millones de euros no son un rescate da un poco de vergüenza ajena.
Cada vez más lo que cuentan los políticos y la realidad está más distorsionado, por utilizar una palabra suave. Por tanto, mejor acudir a las fuentes primarias de información. En el caso del rescate en cuestión, el comunicado del Eurogrupo.

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Para un servidor, economista del Colegio de las Illes Balears, ser entrevistado por el Colegio de Economistas A Coruña es, como mínimo, un gran honor.

La entrevista versa sobre la situación del sistema financiero actual y la responsabilidad que la banca y los políticos tienen en todo ello.

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Una de las inquietudes de los ahorradores que nos piden información en iAhorro.com o que visitan este blog es la posibilidad de que en España se produzca un corralito al estilo argentino.
Esta posibilidad os adelantamos que es ínfima. Si bien hay semejanzas con la situación en que se encontraba Argentina cuando decretó el bloqueo de los ahorros en los bancos, hay grandes diferencias en la España moderna que hacen casi imposible un corralito:
Pertenecer a la Unión Económica y Monetaria Europea; el BCE ha inyectado liquidez en el sistema cuando ha sido necesario, disipando la posibilidad de pánico bancario y, por tanto, de corralito. Solamente una expulsión o salida descontrolada (sin el apoyo de Europa) de España de la zona común europea podría acercar la posibilidad de un corralito en España. Y antes de ello veríamos un rescate en toda regla que alejaría esta posibilidad.
El nivel de bancarización en España es diametralmente mayor al de Argentina. El corralito en ese país bloqueo la disposición de efectivo, no las transferencias o pagos con tarjeta. Bloquear los medios de pago electrónicos sería caro y muy complejo, además de las implicaciones internacionales que ello conlleva.
La regulación financiera y económica de España y sus instituciones políticas y económicas, pese a tener que mejorar, son excepcionalmente mejores que las de Argentina. En Europa la seguridad jurídica de los ahorros e inversiones es algo casi sagrado, dado que incumplir esta premisa provoca la fuga de capitales y el empobrecimiento de un país.
Solamente salir del euro de forma precipitada pondría en peligro nuestros ahorros. Y esta posibilidad no se va a dar: pondría en jaque a todos los países europeos, con Alemania como gran afectada.
Un mensaje de tranquilidad al ahorrador: estamos al final del túnel, no al inicio del precipicio, como bien argumenta Daniel de Lacalle.
Ayer tuve la oportunidad de dar mi opinión en la desconexión de la provincia de las Illes Balears de los informativos de RTVE 1, Informatiu Balear. La aparición en los informativos es en catalán, por lo que resumiré la entrevista en directo para los que no lo entiendan.

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En unos momentos tan complejos para la economía española, con miedos racionales e irracionales al rescate del país, quiebras de bancos, corralitos a la española, salida de euro, prima de riesgo en máximos, etc, etc, el ciudadano se siente confuso y asustado.
Desde mi punto de vista, España es un país capaz de generar riqueza y salir fortalecida de esta brutal crisis. Sin embargo el ciudadanos sufre y sufrirá sus letales consecuencias, con cifras de paro desbocadas, bancos que no paran de desahuciar familias, productos tóxicos mal vendidos que arruinan al pequeño ahorrador (participaciones preferentes, canjes por acciones ruinosos, cuotas participativas de la CAM…). Los contribuyentes pagaremos vía impuestos la factura por la mala gestión bancaria y a cambio recibimos menos Estado del Bienestar.
Con un escenario tan difícil, lo mínimo que le debemos exigir a políticos y resto de portavoces de los agentes económicos implicados es que nos expliquen claramente la situación y las soluciones que van a adoptar, para que el ciudadano sepa que su dinero está siendo bien utilizado y que se cuenta con ellos. A fin de cuentas, en mi tierra tenemos un dicho:
Qui paga, mana“, es decir, quien paga, manda.
Sin embargo en España los gestores de la res publica nos tratan como a idiotas, con declaraciones que o son falsas o demuestran la incapacidad del que las hace.
Sobre todas estas cuestiones escribí en la tribuna de Expansion.com:
Y en Euribor Blog:
Que uno se pregunte si peligran sus ahorros en el caso de que su banco o caja quiebre es algo, lamentablemente, habitual en los tiempos que nos han tocado vivir.
En unos momentos en los que asistimos a la inyección masiva de capital público en Bankia y algunas nacionalizaciones más que puede que veamos efectuar, lo primero que hay que repetir es que hay un consenso mundial para evitar que bancos de determinada entidad quiebren. Por tanto, es una catástrofe económica muy poco probable.
Personalmente me preocupan más las miles de familias arruinadas por Bankia antes de su nacionalización, al igual que otros muchos clientes de otras variadas entidades financieras.
No es de ahorros, sin embargo, la pregunta que responderemos, sino de hipotecas. Una quiebra del banco o caja de ahorros en la que tenemos el préstamo hipotecario, ¿implica que nos liberamos de la deuda?
La respuesta, como hemos explicado en YaEncontre, lamentablemente es que no.
Un préstamo hipotecario es una deuda que contraemos con
una entidad financiera, cuya garantía real de pago es el bien hipotecado. Sin
embargo no incluye cláusula de dación en pago alguna, por lo que además del bien inmueble se responde con todo el
patrimonio presente y futuro. Si nuestro acreedor, el banco, quiebra, el
proceso es el siguiente:
El banco presenta un concurso de acreedores; se nombra
administradores concursales que intentan reflotar la entidad financiera si hay
viabilidad. Si consiguen un buen  acuerdo
con los acreedores del banco (bancos mayoristas que le dejaron dinero,
depositantes, obligacionistas, tenedores de participaciones preferentes, etc),
con quitas y espera importantes, puede ocurrir que se corrijan los problemas y,
en un periodo determinado, el banco supere el concurso de acreedores y siga
operando de forma normal. En este caso, la hipoteca la seguiremos pagando al
banco sin ningún cambio.
El otro escenario posible es que no se pueda reconducir la
entidad y se proceda a una liquidación ordenada; los bancos nacionales o
internacionales comprarían en banco quebrado, a trozos. Nuestra hipoteca es un
activo más que comprarían los acreedores u otros interesados; por desgracia, no
se nos perdonaría ni un euro. Simplemente dejaríamos de verle dinero al banco
original y se lo deberíamos a otro, con las mismas condiciones de la escritura
firmada en su momento.
Por tanto, quiebre o no quiebre el banco, no nos libraremos
de la deuda hipotecaria. Por ello es innecesario conocer la solvencia de la
entidad financiera a la que pedimos dinero (al contrario que cuando vamos a
depositar nuestros ahorros).
En el caso de las hipotecas, lo importante es que
sea barata
, independientemente del banco que nos deje el dinero.