El popularmente llamado «banco malo» que se ha empezado a crear en España con la aprobación del Real Decreto-ley 24/2012, de 31 de agosto, de reestructuración y resolución de entidades de crédito, es en realidad una sociedad anónima de gestión de activos inmobiliarios tóxicos, adquiridos a los bancos que hayan requerido ayuda pública. Por tanto, no es un banco en absoluto, es una gestora de inmuebles y sus préstamos hipotecarios vinculados que tratará de obtener rentabilidad a largo plazo de su alquiler y venta.

La Sociedad de Gestión de Activos Procedentes de la Reestructuración Bancaria S.A., nombre que tendrá el «banco malo», se constituye con una duración limitada en el tiempo (15 años) y tendrá como máximo un 50% de capital público, siendo el resto del accionariado privado; la razón fundamental de esta configuración accionarial es evitar que el endeudamiento de este vehículo de activos tóxicos compute a efectos de déficit público.

El sentido fundamental de este banco malo es proporcionar liquidez a los bancos con problemas, que se podrán deshacer del lastre que supone tener las cuentas repletas de inmuebles invendibles actualmente, y que sea la sociedad mixta de capital público y privado la que los gestione, tratando de obtener rentabilidad a largo plazo. El problema evidente es saber si realmente será capaz de rentabilizar esta operación o acabará siendo una ruina que pagaremos los contribuyentes, una vez más. la clave es el precio de adquisición, que debería ser lo suficientemente bajo para que después se pudieran vender y obtener ganancias.

Está por ver el efecto que tendrá en el mercado de alquiler y de compra-venta está oferta de inmuebles que previsiblemente sacará al mercado el banco malo. El peligro en este tipo de operaciones es que se pretenda mantener en la sociedad los inmuebles el mayor tiempo posible para poder aprovechar el momento de mejora económica para vender, ya que ello alargará el proceso de ajuste de precios de las casas y puede llegar a ser contraproducente para todos.

En todo caso, una medida más para resolver los problemas que ha generado una banca que no ha sabido o querido evitar una burbuja inmobiliaria que ha estallado en nuestras caras.

 

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