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Dónde guardar el dinero en esta época de turbulencias financieras es una pregunta muy inteligente y muy usual. Lo que antes era el adalid de la seguridad del ahorro, los bancos, hoy está muy en tela de juicio.
En un chat en directo, en todos los medios de Editorial Prensa Ibérica, en el que he contestado a dudas sobre finanzas personales, en calidad de director editorial de iAhorro, ha surgido esta pregunta ¿Dónde guardar los ahorros?
Duda que diría que todos los ahorradores nos formulamos en estos momentos. Adelantando que hay más preguntas que respuestas, en este tipo de interrogantes, os dejo mi respuesta por si os ayuda, al menos, a saber qué preguntas haceros.
Lo primero es seccionar la pregunta en varias cuestiones:
  1. ¿Dónde me conviene guardar los ahorros a mí? Es decir, qué tipo de persona soy, en qué momento de mi vida estoy, cuál es la situación personal, familiar y económica actual y la predecible en un futuro.
  2. ¿En qué entidad financiera o institución me conviene guardarlos? Un banco, en una caja fuerte, en una aseguradora… La solvencia, seriedad y profesionalidad del custodio de nuestros ahorros es vital. Siempre lo ha sido, pero ahora queda claro.
  3. ¿En qué producto financiero o activo debo invertir? Desde los depósitos a plazo, pasando por los fondos de inversión o el oro, por nombrar algunos de los más conocidos, hay una inmensa variedad de productos de ahorro e inversión a los que destinar nuestros ahorros. Hay grandes diferencias, no solo entre tipos de activos diferentes, sino entre los mismos activos. No es lo mismo un depósito a plazo de un banco que necesita dinero público que de un banco cuya solvencia es máxima. No es lo mismo un depósito que un fondo de inversión garantizado. Ni un fondo garantizado que invierte en activos del propio banco depositario, que otro que diversifica en activos de fuera de su propio balance.
Para responder a la primera pregunta, de nuevo nos surgen nuevas cuestiones:
¿Soy una persona que está dispuesta a asumir riesgos? ¿Me puedo permitir perder dinero, sin por ello dormir mal? ¿Me queda poco por jubilarme o, al contrario, tengo toda la vida por delante? Tengo hijos que dependen de mí o estoy soltero. Mi patrimonio es muy elevado o tengo que invertir mis únicos ahorros… Conócete a ti mismo y conoce al enemigo, que decía Sun Tzu en ‘El Arte de la Guerra’.
En cuanto a la segunda cuestión, la solvencia de la entidad financiera (u otro tipo de empresa) es clave para valorar si nos conviene invertir en sus productos. Buscar la calificación crediticia, el rating, del banco en el que tenemos nuestro dinero, debería ser lo primero que hiciéramos, antes incluso que plantearnos en qué tipo de activo invertir.
Para analizar un producto financiero hay que tener claro estos tres factores:
  1. Seguridad, en el sentido de en qué situaciones podemos perder el capital o los intereses.
  2. Liquidez. Tenemos que saber si podemos recuperar nuestra inversión antes de tiempo y, en caso de ser posible, a qué coste.
  3. Rentabilidad. ¿Es fija o variable? ¿Depende de escenarios futuros imprevisibles? ¿Depende de que la entidad que los emita vaya bien?
No he respondido a la pregunta, lo sé. El tema es que cada uno debe ser capaz de responderla, sin intermediarios interesados. Y para ello, me temo, no queda más remedio que leer, preguntar, estudiar y volver a preguntar.
Para ello, en iAhorro.com hemos creado la comunidad de iAhorradores, el blog o las tablas de análisis comparativo de productos. Para que el ahorrador aprenda a invertir su dinero y a ahorrar.
Nadie puede hacer este trabajo por nosotros.
Nuestros políticos son una caja de sorpresas en cuanto a declaraciones absurdas, erróneas, mal intencionadas, tendenciosas o, simplemente, huecas.
Nuestro presidente Mariano Rajoy nos deleita con la última de las ocurrencias informativas en materia económica, en The Wall Street Journal, comentando que “Spain is out of recession but not out of the crisis“. Y se queda tan pancho.
Se han puesto todos de acuerdo para inyectar optimismo a la ciudadanía, desde la CEOE al BBVA. El problema es que si el optimismo es falso, crea un efecto rebote mucho peor.
Saldremos de la crisis, sí. Pero nadie sabe cuándo. Y faltan muchas medidas en la buena dirección, sobrando las palabras vacías.
Os invito a ver esta noticia en RT, canal de TV online que ha recogido algunas de mis opiniones sobre el tema:
El equipo del Servicio de Estudios del BBVA estoy seguro que es muy bueno y formado por grandes economistas y demás profesionales del ramo de la predicción económica. Además no me caen del todo mal, los de  este banco. Al menos mantienen iniciativas online muy interesantes, como Actibva (en la que he participado).
Dicho esto, siempre dudo de los datos de previsión de crecimiento que emiten los bancos, sobretodo si son optimistas. En un año veremos si han acertado y cerramos el 2014 con un crecimiento del 0,9% del PIB, el más alto previsto hasta el momento. Los medios recogen algunos datos del estudio que precisamente no son muy halagüeños: un paro del 26,2% para este 2013 y un desempleo del 25,4% para el 2014.
Francamente, con el enorme esfuerzo de desapalancamiento privado que han de afrontar aún las familias y empresas (pagar las deudas), aumento de los impuestos y tasas (menos renta disponible), sueldos cada vez más bajos y precarios (y la reforma laboral que sigue sin incidir en otras cuestiones que no sean empobrecer al trabajador), y encima admitiendo que el más optimista del momento, el BBVA, acepta un paro del 25,4% para cerrar el 2014, no me parece que podamos hablar de salida de la crisis el año que viene. No para la clase media, no.
Sí claro, saldremos de la crisis, porque lo diga el BBVA.
Os dejo la tertulia de economía, parte en catalán y parte en castellano, de esta mañana en IB3 Ràdio, en la que tratamos esta cuestión.

Pregunta que todo economista que se precie ha recibido en algún momento, en cualquiera de sus formatos posibles: ¿Queda mucho para que se acabe la crisis? ¿Saldremos pronto de la crisis? ¿Cuándo comenzara España a crecer y generar empleo? y un largo etcétera de dudas relacionadas con la situación económica que nos ha tocado vivir.

No creo que ningún economista de los que se encuentran por la calle, como un servidor, tenga ni idea de la fecha en la que la economía patria empezará a crecer con la suficiente intensidad para volver a generar empleos. Es más, incluso si se generan empleos, me temo que serán temporales o como autónomos dependientes y falsos autónomos, en muchos casos. No se si a este tipo de crecimiento se le puede denominar “salir de la crisis” o más bien “normalizar la crisis”.
En la tertulia de economía de IB3 Ràdio que cuelgo al final, en la que suelo participar, hemos comentado esta pregunta y, algunos, se han atrevido a responder (en catalán y en castellano). Mis “amigos” de la CEOE dicen que se empezará a generar empleo a partir de la segunda mitad del año 2014. Si acertaran, cosa que no suelen hacer (ni ellos ni el FMI ni casi ningún organismo “oficial”), estamos hablando de una generación de empleo tímida y, sin duda, precaria.
Tendré que leerme el informe completo (no, no lo haré, no aciertan), porque los datos hechos públicos no me cuadran. Se dice que en el 2013 decreceremos en un -1,2% del PIB y, en el 2014, creceremos un máximo de el 0,8%. Para después añadir el representante de los grandes empresarios que la situación actual permite a la CEOE ser “moderadamente optimista” de cara a los próximos trimestres, porque además la reforma laboral permitirá a la economía crear empleo cuando crezca al 1% o 1,2%.
Vamos a ver, si crecemos en el 2014 por debajo del 1%, ¿Cómo nos explican que crearemos empleo?
La crisis no acabará hasta que la banca esté en funcionamiento, y de momento no hay síntomas de ello, por desgracia.
Al igual que me decían mis monitores en las excursiones, cuando preguntaba cuánto faltaba por llegar al destino, los expertos contestan en relación a la fecha de salida de la crisis: “Queda menos“.
Hoy en el periódico Ara de Catalunya y en el Ara Balears publican un artículo mío titulado “La LOPD i la destrucció de proves“.
No suelo escribir artículos de opinión sobre política, ya que no soy político ni defiendo ideologías en mis escritos más allá del sentido común. Ni ataco al PP, ni al PSOE, ni al Partido X, en general. Pero a veces las excusas de mal pagador han de ser rebatidas.
Hay varios artículos míos tratando el tema de la Ley Orgánica de Protección de Datos, que en demasiadas ocasiones resulta papel mojado. Pero si encima de que las empresas apenas la conocen (y tampoco aplican), los partidos la usan para poner excusas absurdas, esta norma quedará tocada de muerte.

Hoy sale en la contraportada del Diario de Mallorca una entrevista que me ha hecho el periodista Matías Vallés, uno de los que más prestigio tienen en mi tierra y que en su día entrevistó a mi padre, cosa que le da a mi aparición un plus de orgullo al recordarlo. Como siempre, no pierdo ocasión para nombrar y recordar a Antoni Monserrat Moll, mi padre.

La entrevista me gusta mucho como ha quedado, al igual que la foto. No es fácil sacarme bien, la verdad.
Os transcribo mi aparición, que espero os resulte interesante.

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En este blog he repetido bastantes veces que sin cultura financiera, sin formación sobre productos financieros, el cliente de un banco está indefenso ante las estrategias comerciales poco orientadas a las necesidades del cliente. Y, por desgracia, hay pocas estrategias comerciales de bancos que estén orientadas a satisfacer las necesidades del cliente.
Introducir la formación financiera en el sistema educativo es la clave para evitar repetir los errores que nos han traído a esta crisis; miles de familias que pierden su hogar por haber solicitado préstamos hipotecarios a tipo variable sin conocer en profundidad el producto, preferentistas a los que se les provoca pérdidas de más del 70% (caso Bankia) y un largo etcétera de despropósitos provocados por:
  1. Una carencia total de conocimiento en finanzas personales de la población.
  2. La creencia de que el director de vida era un  asesor, cuando actúa como un vendedor.
  3. La falta de ética de los directivos de banca que decidieron colocar productos inadecuados en sucursal.
De este tipo de cosas se habla en el artículo de Finanzas.com “Mejorar la educación financiera de los españoles”, en el que opino sobre algunos aspectos relacionados como:
Preguntado por si este tipo de educación correría el riesgo de ser politizada, Monserrat opina que “no hay peligro en absoluto de que se enseñe de forma torticera”: “Tenemos unos profesores excepcionales que saben cuál es su trabajo: inspirar, motivar y enseñar a sus alumnos. La economía no es una religión, es una disciplina que sigue el método científico. Y el método científico no entiende de ideologías. Son los malos o interesados economistas los que mezclan conceptos económicos con conceptos ideológicos”.

Hace tiempo que vengo discutiendo con mucha gente si realmente algo va a cambiar en la forma de hacer negocios de los bancos a con secuencia de esta crisis descomunal y profunda que estamos viviendo. Desde hace ya mucho tiempo, vengo defendiendo que sí, que la banca va a cambiar.

No se trata de una idea voluntarista de un economista iluminado. La banca ya está cambiando, pese a que el cambio sea imperceptible para el cliente. No es que esté mejorando por voluntad propia, sino más bien por necesidad de supervivencia. Puede que muchos de los actuales gerifaltes bancarios ni sean ellos mismos conscientes del cambio que el banco que dirigen está experimentando. Pensará el lector:

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Nuestro sistema de pensiones corre un grave peligro de supervivencia. Hace décadas que los expertos alertan de que un sistema de reparto como el que tenemos (se pagan a los jubilados con los ingresos de los empelados), en una sociedad con una pirámide de población invertida (cada vez más gente mayor), con un sistema productivo que no crea empleo, ni de calidad ni de baja cualificación (más de 6 millones de gente que quiere trabajar y no puede es algo inaudito), tiende al colapso.
Pero nuestros políticos, pasados y presentes, han preferido no enfrentar de forma valiente la reforma. Y ahora pretenden que nos jubilemos cada vez a una edad mucho mayor. Jubilarse más tarde no tiene el porqué ser malo, si la persona sigue siendo productiva y su trabajo le aporta bienestar (no lo olvidemos), pero depende de que a cierta edad pueda trabajar. Y, además, que el sector productivo ofrezca trabajo para la gente mayor. Si pretendemos tener una fuerza futura de empleo en taca-tacas, tendremos que generar otro tipo de empresas, que les proporcionen empleo. Salvo que nuestros Gobiernos pretendan que la gente mayor se muera de hambre en las calles.
De los taca-tacas, de la pésima situación y valoración de los autónomos, de la crisis, de las reformas anunciadas en el último Consejo de Ministros, hablamos Toni Alcover, Ariza, J y un servidor, parte en castellano y parte en catalán, en la Tertulia de economía de IB3 Ràdio, que podéis escuchar en el siguiente player:

Pau Monserrat

La comercialización irregular, ilegal o con mal asesoramiento, según el caso, de las participaciones preferentes en una oficina bancaria al cliente minorista es una realidad que Gobierno y CNMV han admitido, de forma más  menos explícita.
Que los simpáticos funcionarios burgueses hombre de negro hayan decidido que hay que aplicar quitas superiores al 40% en este producto financiero híbrido, perpetuo y de riesgo, para conceder el rescate bancario, es hasta cierto punto lógico. A fin de cuentas, no creo que ningún germano se pueda imaginar el cachondeo imperante en una oficina bancaria a la hora de endosar estos productos, ni la ignorancia-fe ciega del cliente español, ni la inutilidad-connivencia de los reguladores (Banco de España y CNMV).

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