Bancos: ¿los trileros del siglo XXI?
Acabamos de mencionar a todos los personajes y elementos necesarios en la estafa de los trileros:
Los policías
La policía que no investiga, ni sanciona, la CNMV y el Banco de España. Para ser justos, tal vez más que señalar a los policías de calle y comisaría, los inspectores del Banco de España y personal de la CNMV, tendríamos que señalar a sus jefes y a los que los pusieron en sus sillas. Podemos leer en este documento fechado en el 26/05/2006 como los inspectores del Banco de España ya alertaban de la burbuja crediticia que nos iba a estallar en las caras de todos los contribuyentes. O cuando afirmaban en el 2013 que la falta de ejecutivos expertos en riesgos financieros en la cúpula del Banco de España ha facilitado que se comentan errores graves y la injerencia. “Se ha actuado de un modo condescendiente con la mala gestión”, apuntaban.
La bolita
En todo juego de trileros no pueden faltar cubiletes y una bolita que el crédulo jugador ha de encontrar. En este caso, la bolita sería un depósito a plazo o una hipoteca concedida de forma responsable. Y lo que en realidad acaba contratando son productos de ahorro tóxico o préstamos hipotecarios de riesgo.
En relación a la bolita de las hipotecas de alto riesgo, decir que por mucho que se culpabilice al endeudado con argumentos peregrinos del tipo ‘querían vivir por encima de sus posibilidades’, la bolita era la hipoteca y el truhán el banco. Con ello no quiero decir que no tengamos que ser personas adultas y asumir nuestra responsabilidad individual, pero para ofrecer hipotecas de riesgo adecuado, se deberían comercializar hipotecas a tipo fijo o un tipo variable referenciado al IRS, con revisiones cada 5 años y la posibilidad de cuota constante a cada revisión. Y con la opción de elegir la dación en pago, asumiendo el posible coste superior del préstamo. Las hipotecas a tipo variable son de alto riesgo, a la que sube el euribor o la situación económica genera desempleo.
También se han usado cubiletes para esconder el depósito a plazo fijo tradicional por productos de ahorro tóxicos, en mayor o menor medida. Unos tóxicos de necesidad y otros virulentos para determinados perfiles de clientes. De menor a mayor toxicidad, podríamos citar:
- Los fondos de inversión “garantizados”, que son tóxicos si el cliente no tiene una buena cultura financiera.
- Los bonos ordinarios, que son tóxicos de necesidad cuando los emiten bancos como el quebrado Lehman Brothers y los comercializan nuestros bancos y cajas sin alertan al cliente del peligro.
- Las obligaciones subordinadas, de naturaleza idéntica a los anteriores productos de renta fija con un peligro añadido: si se liquida la entidad, se cobra después de los acreedores ordinarios. Las habituales son temporales, pero hay de perpetuas, que se asemejan a los siguientes productos híbridos.
- Participaciones preferentes, producto híbrido entre renta fija y variable, perpetuo, complejo, que no da derecho a voto pero que no remunera si el banco o caja da pérdidas y que, encima, solo es preferente respecto a los accionistas, últimos de la cola, si cierra el banco. Y en el caso de las cajas de ahorro ni eso: se cobra el último junto a la Obra Social.
- Y el peor de la clase con las cuotas participativas, como acciones pero sin derecho a voto, creadas para las cajas. El único trilero que las colocó fue la CAM, perdiendo todo su valor al ser liquidada (lo que ha comprado el Banco Sabadell es el Banco CAM, no la caja).
Los trileros
Se ha señalado al director de banco y demás empleados de oficina, cuando el verdadero trilero está escondido. El jefe de la banda no está en las oficinas, está en sus áticos de lujo.
Eso no implica que cada uno de los bancarios deba asumir su culpa como profesional, si no ha hecho bien su trabajo. Del director de banco de toda la vida escribí hace tiempo, escrito que llamó en su momento la atención del equipo de Salvados.
Los jugadores
En el juego de la banca, no se gana nunca. El banco sabe más que nosotros y, además, es un mercado muy imperfecto, con pocos competidores que lo tienen fácil para colaborar, como queda claro actualmente con el pacto de no agresión en la rentabilidad de los depósitos (que encima ha propiciado el Banco de España).
Sin embargo, a diferencia del juego de trileros, no nos queda más que jugar con la banca. Dado que somos jugadores forzosos y los trileros saben mucho más que nosotros, no cometamos al menos dos pecados del mal jugador:
- No saber jugar; no nos han enseñado cultura financiera en el colegio ni en la universidad (los economistas salimos sin saber de productos financieros, al menos en mi tiempo).
- Creernos que no es un juego. Mis lectores más críticos, los allegados, me dicen que en mi libro me repito mucho. Sin embargo, me repito porque quiero. Somos duros de mollera y hay que repetir muchas veces lo mismos para que lo creamos: los bancos no asesoran, venden. Y si vamos a comprar, a jugar, lo mínimo es que lo sepamos y no seamos unos confiados jugadores.
¿Algún día los bancos harán su trabajo, en lugar de jugar con nosotros?
Tal vez. Pero hasta este momento, seamos jugadores hábiles y desconfiados.
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