Tanto si es porque en su día compramos la vivienda ya con años encima, como si es porque estos ya han pasado, es muy posible que nos estemos planteando acometer una reforma. Según la envergadura y cuantía de la misma y de nuestra capacidad de ahorro podremos afrontarla sin acudir al crédito, pero en el caso de no disponer del monto suficiente, lo más normal es que nos toque pasar por alguna entidad bancaria en busca de préstamos para reformar la vivienda.
Vamos a ver en esta entrada qué opciones pueden ser las más convenientes, hablando siempre de un crédito y dejando aparte otras posibilidades como podría ser pedir una ampliación hipotecaria o incluso pedir una nueva hipoteca, asunto que son harina de otro costal y merecen su entrada aparte. También vamos a dar por sentado que nuestra situación laboral y económica cumple los mínimos para ser aceptada por la entidad bancaria, es decir, que tenemos estabilidad laboral o un aval muy sólido y que nuestro ratio de endeudamiento está dentro de los parámetros normales para poder hacer frente a las cuotas del susodicho crédito que vamos a pedir.
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