Hace una década, desde las trincheras del campo de batalla económico, emití una advertencia sobre un enemigo silencioso que se cernía sobre nosotros: las hipotecas de largo plazo con diferenciales altos. Estas letales armas financieras, envueltas en promesas de propiedad y prosperidad, podrían convertirse en bombas de tiempo con el potencial de desestabilizar nuestra economía.
La subida en vertical del Euribor es el detonante que temíamos los divulgadores financieros hiciera estallar las economías de muchas familias hipotecadas.
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